El ocaso de la realidad

Venus Maritza Hernandez



Las energías negativas apresan mi divagar romántico; 
sobre el paisaje de las letras mágicas...
Las aves cantoras se han retirado; 
y en su lugar se han presentado negros cuervos, 
que revoletean sobre mis pensamientos. 

El cansancio extenúa a la musa, 
que habita en mi universo multicolor. 
Más intempestivamente, los graznidos cesan..., 
Por un espacio de dos minutos, 
el mutismo se perpetúa en los brazos del silencio… 

Y retorna el trino de las volátiles, 
cual concierto de ensueños 
en el óleo expectante, del amanecer… 
Las escucho, y me deleito sobre el 
céfiro contenido de un lacónico suspiro. 
Fusionado con la senectud de un verso antiguo, 
y perfumado con la afligida deserción de tu amor. 

La música trasciende ideales de intensidad, 
en el desgaste de los puntos luminosos del ominoso sol, 
quien a pesar de su excelsa belleza; 
no logran imprimir en mi interior su grandeza y su alteza. 

La serenidad se agobia con las letras que revoletean 
en giros centrífugos frente al ocaso de la realidad; 
donde un punto en una esfera ríe, canta llora 
y flota sobre la fantasía de un romance ilusorio; 
sobre las luces concentradas en un encuentro divisorio; 
que sueña, vive y sufre los acontecimientos de una vida; 
sembrado en la distancia de una nostalgia herida; 
y adornado finalmente con una ilusión núbil, etérea, 
de emociones azules y aéreas. 

 

 

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