Laureles de flores era
el ornato de mi
cóncava vista todas
las mañanas y noches.
Acabado de oro era
el broche que difuminado
en el cielo evocaba
a mi vista.
Algodones de pima
con rocio de dorada
esmeralda flotaban en mi,
iluminado rostro cual
curandero a su sosegado doliente.
Sin embargo se que te aquejas
pues a tus ojos crees que lo afeas;
pues no lo creas que a tus bellos
ojos, solo a los tontos son los
que cegas.
-Jesús Alberto Vazquez
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Autor:
Jesus Alberto Vazquez (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 29 de septiembre de 2015 a las 01:02
- Categoría: Amor
- Lecturas: 94
- Usuario favorito de este poema: nelida moni.
Offline)
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