Bifurcaciones

Fernando Martínez

Se desmayó sin aviso,

majestuosa se edificaba y me cuidaba,

de mis errores, de mi propio ser.

 

Golpeó muy fuerte el piso

y todo retumbó, hasta mis huesos,

y se fue mi idea de refugio;

y entre los escombros, cenizas, y los restos de mi

aparecieron como flama ansiosas de incendiar

esos ojos de amor infinito,

y me quemaban

no mi piel, no mi carne

sino el interior de mi vacío cuerpo,

y la posada de lo que alguna vez había muerto

entre las sutiles melodías de una vieja ilusión.

Se desmayó mi barrera y ahora entró

y yo sin remedio busqué sus brazos,

y entre esos brazos

se concibió mi paz y mi alegría,

y ahí quedé, y ahí quedamos

perdidos en la utopía

de un exilio en el amor.

 

 

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