Inmensidades

caudal de río

Es que me duele horriblemente ser “una” y no ser “la”. Me duele y lloro por eso, y grito silenciosamente mi pena que no compartes, mi angustia de la que no te enteras, mi amor sin límites que no te llega, que no lees, que no sientes.

Soy afortunada por tener tu cuerpo para cuando necesito calor, cuando me enfría el tiempo y mi soledad se vuelve hielo. Soy afortunada porque me amas más de lo que has amado en la vida, pero no me siento afortunada porque no ves en mí los milagros del mundo hechos para ti. Mi infortunio es encontrar en ti todo lo hermoso que quise jamás y que tú veas en mí una estrella fugaz, que aparece, brilla y se va –No quiero irme, no quiero que digas que me iré, no los soporto. Me siento obligada a irme. No puedo dejarte. No puedo dejar mi vida.

Y es que estoy sola, terriblemente sola en esta tarde fría, pensando en tus brazos fuerte, que jamás podrán sostenerme. No digo que seas débil, amor, digo que mi corazón pesa demasiado, que ni mi propio cuerpo puede sostenerlo, que es la muerte la que me ayuda a cargarlo y no quiero que te ofrezca su ayuda… porque se cobra caro.

¡Qué dura es la vida cuando no alcanza el amor! ¡Qué tristes son mis ojos cuando no los transformas en futuro! ¡Qué sola estoy hoy, aquí, escribiendo que te amo más de lo que tú me amas a mí! Y sin embargo, qué grande es mi hambre de amor, que no me deja asombrarme del milagro que surgió en tu corazón sólo para mí.

Perdóname por enfocar mi faro a grandes distancias, perdóname por no saber iluminar lo que está cerquita, aquí junto al pecho, a tu pecho. Perdóname por buscar convertirme en mar, por necesitar ser el mar… soy ambiciosa y lo lamento. No me basta se tu río, tu lago, tu lluvia. Perdóname amor, perdóname.

Tal vez debamos alejarnos un tiempo, hasta que tú aprendas a ver el mar en mí, o hasta que yo ya no esté obsesionada con los grandes amores. Tal vez debamos alejarnos, dejarnos, matarnos… tal vez debamos escribirnos por última vez cuán inmenso es nuestro amor, aunque nuestras inmensidades no coincidan en tiempo, porque siempre han coincidido en besos y en abrazos.

No quiero dejarte, ¡por Dios, no quiero dejarte! No puedo ya vivir sin ti. Eres mi muerte amor, y nadie vuelve a la vida después de la muerte… eres mi inmensidad y yo soy una niña que te adora, que te teme, que te ama. No voy a volver de ti.

(atemporal)

Ver métrica de este poema
  • Autor: June Gassel (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 12 de agosto de 2015 a las 21:33
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 18
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales


Comentarios1

  • Poeta del Silencio

    sentimientos reconditos que nacen del alma inspirada.



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.