El Olvido

Turambar

Nuestra sangrante aflicción a causa del amor arbitrario  y el gusto por el mismo estilo irreverente de música. Fue el insólito origen a el desenlace que uniría nuestra amistad para siempre, más la aflicción paralela; que la música por supuesto. Amistad que venía de perderse, pues ella, en los arcaísmos de mis recuerdos blasfemos suscitaba el despecho de un noviazgo voluptuoso e inocente en la infancia manchada que, hundiéndose en la letanía de una burbuja intrínseca a morir en la botella hacia regresar la desorientación de mis sentimientos.

El reencuentro  sobrepasó expectativas, la indiferencia hacia mis errores del viento pasado y del tiempo, sedujo mi alma súbitamente para reanudar la relación en búsqueda de una conversación que reencontraría nuestras vidas, le relate mi gusto y el enamoramiento de mis ojos por una mujer de su mismo nombre, mujer que al conocer ha reflejado mi imagen y persona  como un espejo sumergido  a través de las sombras oceánicas, pues mostraba mi evolución harta de un  peregrinaje pecaminoso que buscaba el ascetismo ocasional de la oración impávida, el cariño a la naturaleza, la luz del sol bajo un árbol y la angustia de la existencia.

 Ella me escucha en este raro encuentro con la impresión que causa lo fortuito, me cuenta su amor por un hombre con el mismo nombre que el mío, me escucha,  me recuerda mis  juveniles hedonismos y críticas infaustas a la malcriadez de una cotidianidad refinada en belleza que mi espíritu rechazaba, ni ella ni yo éramos correspondidos en nuestro cariño, siempre nos entendimos bastante a pesar de haber cambiado tanto, pero  en esa noche beligerante de sonidos y luces cegadoras algún fragmento del espejo que quedo en  su nombre aun reflejaba lo mismo que el del mío: La melancolía

La estadía  de los días al tiempo pasado, nos llevó a planificar un viaje a Suiza puesto que el dolor por el rechazo y la nostalgia inmadura que colmaba nuestras rutinas nos llevó al desenfreno de esa travesía, en que vivimos y existimos como desenfrenados en Ginebra, no solo el viaje estaba planificado, si no la culminación de la agobiante tarea de vivir entre los vestigios de la felicidad inalcanzable sobre los dedos de las manos, dedos que culminarían el problema contradictorio con la ansiedad y el misticismo de una exploración nocturna y valerosa  a través de regalarle a algún viento cortante una eternidad de pensamientos afligidos y al mundo un cuerpo inútil.

Esa noche, bajo la retórica ebria y supresora de racionalismo que tiene cualquier licor (ingerido para facilitar la dificultad de tal trabajo) yo asimilo la personalidad del tan mencionado enamorado de mi amiga para actuárselo por momentos, ella de nuevo me sorprende en respuesta  actuando como los ojos que amo, y por cortesía (o desvarío) continuamos  el juego en la extensión del cuarto con muebles de madera atiborrados por la traslucidez de los recuerdos que cargamos, reímos gracias a la desmesurada bebida y al  sin sentido  de la situación para irnos acercándonos, sumergidos en el cambio de personas y la privacidad de la noche, me enamoro de sus cabellos de golpe a la par que ella decide amarme con el voltear de su cara tras asomarse en la ventana. Me acerco para besarla a la vez que por entre el pecho siento la reyerta del pacto suicida que cumplía su efecto, ella recuesta su cara sobre el respaldar de una silla maquiavélica y yo hiero al suelo con la insolencia de mi cuerpo, se me había olvidado por completo la presencia del veneno en la bebida , pegado al símbolo arabesco de la alfombra, escucho abrir una puerta  con la última voz en esta vida, de Ángel o de Dios, diciendo: Yo te amé

  • Autor: Turambar (Offline Offline)
  • Publicado: 9 de agosto de 2015 a las 03:57
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 44
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Comentarios1

  • Poeta del Silencio

    Todo un arte la maravilla de escrito, poetico e inspirador , un placer leerte.



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