LA ENCINA ERRANTE- FRANCISCO GÓMEZ-PORRO

Macondo

Una encina pasa cada día por el pueblo.
No puede detenerse, habla sola.
Arrastra consigo un pedazo de campo amarillo.
Un rayo de sol, blanco,
muy puro,
cuelga como un fruto de sus ramas.

Cuando pisa las piedras ulcerosas de los corralillos,
las casitas se encienden
como hogueras de sarmientos.
Después, se apagan, y ella continúa su camino.
No puede detenerse.
Habla sola: de ti, de mí,
de cuando éramos nerviosas lagartijas
bajo la caridad del sol.

A veces escupe una piedra o la soga de un ahorcado.
Otras, se enjuga la savia en los bloques de ladrillo
donde jóvenes en paro y viudas solitarias
ven pasar la vida como en una larga procesión.

Y todo respira con ella:
el campo amarillo de sueño,
la línea del horizonte y su tallo de luz,
el rayo de sol que cuelga
como áspero fruto de sus ramas.

Una encina pasa cada día por el pueblo.
Es un rebaño,
un inmenso rebaño que se pierde
entre los labios agonizantes de los montes.

 

FRANCISCO GÓMEZ-PORRO

  • Autor: Macondo (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de julio de 2015 a las 15:43
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 10
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.