Escribir es creer.

Escribir es creer. Primero, que uno puede hacerlo, y segundo que uno no sabe hacerlo. Es más por lo segundo que me he decidido a escribir. También porque he comenzado a respetar a las palabras, a cuidarlas, a cultivarlas… a conocerlas.

Vivo en una época en que uno no solo siente que hace las cosas para los demás, sino para uno mismo. Uno se desdobla en su propio admirador, pero admira el vacío. El artista es aquel que se desdobla en su obra y se admira en ella. He vivido durante muchos años admirando el vacío y sin respetar a las palabras solamente las acumulaba. Las palabras son amigas muy celosas, que no requieren ser muchas para existir, es más, solo existen con la condición de su escasez.

   Me he decido también a escribir, porque descubrí que por sobre todas las cosas uno debe ser paciente, y debe amar la técnica, amarla completamente. La impaciencia por la obra terminada es la condición del fracaso.

   Necesito saber de qué soy capaz, conocerme en la escritura. Soy un hombre débil que se desprecia a si mismo, pero que se mantiene vivo por el amor que se tiene.

Han de morir conmigo la Historia y la Biografía, seré escritor.

   Este es mi gran acto de valentía, todavía siento un sudor frío, signo de la envergadura de la tarea que me he propuesto. Todo escritor toma la decisión de equivocarse, es la que funda su existencia como tal. Escribir es declarar la guerra al mundo entero y a uno mismo.

   Cualquiera se preguntaría por qué he comenzado hablando del acto de escribir cuando todavía no llevo tanto haciéndolo. La respuesta es simple y cualquier escritor en acto o en potencia la sabe. El acto de escribir es tan temerario que no puede comenzar sino por el miedo que inaugura semejante decisión. Es ese miedo a escribir, terror diría yo, el que hace que hable sobre el acto de escritura.

El mejor momento para describir lo que es la escritura es cuando menos se sabe de ella, cuando más se la ama porque se la busca. Uno sabe lo que es la escritura precisamente cuánto menos sabe de ella.

   ¿Qué quiere decir respetar las palabras?. ¿es acaso amar la nomenclatura?. ¿O bien por el contrario situar la palabra junto a la vivencia?. Amalgamar nombre y cosa. Como sangre y carne. Definitivamente sí, se pueden leer los gritos.

En esto consiste la docta ignorancia de aquel que experimenta la escritura como suprema necesidad.