Rubí Intenso

Alfredo Pablo Ruiz Oieni

 

Desde el día se acercó ésta noche,
lo tomo del cuello, interrumpo su letargo,
…sello su destino…

Espiralado metal vence su primera defensa
grito de beso seco,
libera coloridas fragancias… ,
sangre que derrama… historia que comienza…

Un rayo sombrío de luz atraviesa mi copa,
rubí intenso se estrella en el papel
testigo de estos versos…
Frenesí de sensaciones,
catarata de endorfina…

Reflexión:

Atrás quedó la espuma y la sal,
agua pacífica del pacífico…,
elevándote en alas de cóndor,
dormiste en eternos glaciares
acariciando estrellas
en noches gélidas andinas,
con el Zonda surcaste montañas y valles…,
rastrera trepaste venas de parrales,
erguidos entre ripio y arena,
resistentes la furia del vil sol siestero.

Estallas en racimos de dulce fruto,
extravagancias de Dios…,
que generoso comparte entre mortales Cuyanos.
Ahora… serás musa de éstos versos
...destino insospechado…

Muere otro día frenético, entre apuros injustificados…
diálogos discutibles y acuerdos en desacuerdos…
Invades mis sentidos…
borbotea placer….
al fin recuerdo que no solo soy rutina…
eres sangre en mi sangre púrpura…

Atacas la mente,
doblegas la razón….
alma eternamente bohemia…
juega triunfante y libre…
en vuelos rasantes sobre el Tulum.
Elevo con mi corazón, me despojo el día,
sin deber… sin motivo… resisto.

Sabiduría manifiesta.

No debo preguntarme para qué el hombre vive,
sino como hacerlo hoy… en ésta noche irrepetiblemente mía…

Mesa de roble… gotea un cacho de tiempo,
estrella en el suelo…
muere irremediablemente…,
no importa cuanto queda en el cuenco de la vida…
importa saber beberlo...

Los años aprenden con uno mismo,
con el trajín se pierden momentos…
en la quietud se gana vida…
se gana buen tiempo.
Relativo es el deber,
absoluto es el amor que florece…
cuando quiere.

Mi alma embriagada baila… Shiraz noble amigo,
me entrego a tus bonanzas…
Extraño espécimen
de la manada hoy me aparto.
viajo sin viajar…
comprendiendo que hay vida después del día…
no hay límites para el alma… más que el prejuicio…
que alimenta uno mismo,
alimaña insaciable.
Sin sentido revolotearon horas,
salieron por la ventana
quién sabe dónde…
jamás volverán,
cargo mi pesado cuerpo…
entro en sueños…
agradeciendo a Dios
por ésta vida
tan fugaz … y ajena.

 

  • Autor: Pablo Oieni (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 18 de mayo de 2015 a las 15:42
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 36
  • Usuario favorito de este poema: Claro de Luna.
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