¡¡¡ Respira !!!

Mirinda

Mayra se levantó como todas las mañanas a las ocho, miro a su alrededor algo confundida, veía todo como extraño, no sabía porque…
Ella vivía sola desde que se recibió de médica, pero podría decirse que ya Esteban prácticamente dormía en su casa. Él era lo más lindo que le había dado la universidad, ella era una joven buena gente del interior del país, que solo ambicionaba terminar su carrera con éxito, hasta que lo conoció, Esteban era hijo de un médico rural que entrego su vida ayudando al prójimo y le trasmitió a ella el real sentido de su vocación, el deseo de ambos era ir al chaco al impenetrable y ahí cumplir con sus sueños.
Hizo lo de costumbre, una ducha, se maquilló, fue hasta el placar se vistió y salió a la calle.
No podía sacarse de encima esa sensación de angustia y preocupación que la invadía desde que se despertó, Paro al primer taxi que cruzo, no paro, le hizo señas a otro y luego otro, ninguno se detuvo, era como si no la vieran, busco su celular en la cartera y no lo encontró, sintió como un mal presentimiento…
Su mente confundida, algo recordó, el arrebato de su cartera, el empujón y la tremenda frenada en medio de la avenida. Movió su cabeza como queriendo borrar ese recuerdo, ese sueño o ni sabía que era…
Decidió regresar para avisar por teléfono al hospital que llegaría tarde, entro al edificio, se encontró con Mariel su amiga y vecina, la vio llorando desconsoladamente, la quiso abrazar, pero se dio cuenta que no la podía tocar…
¿Mariel, que te pasa? le gritaba desesperada…
Al darse cuenta que Mariel ni la miraba trato de tocarla nuevamente, imposible se sentía como vacía. Como transparente…
Corrió por las escaleras hasta llegar a su departamento, nerviosa abrió la puerta, fue a su dormitorio, en pocos minutos, la habitación se llenó con una niebla gris que parecía brotar de la nada y envolvía cada rincón de la habitación.
La puerta se entreabrió lentamente y sorprendida vio a su madre y hermana que entraban llorando, guardando sus cosas en un bolso.
Las miro, dándose cuenta de que no la veían, les hablo, las quiso tocar, imposible…
La muerte la tomó por sorpresa, inesperadamente, pensó… Se introdujo como una brisa, suave, sin ella darse cuenta…
Pensó en todo lo que pudo haber hecho y no hizo. En lo que hubiera podido haber hecho de una mejor manera, en lo que ya más nunca podría hacer…
No quería morir, que había pasado… aún se sentía viva.
En una fracción de segundos, una catarata de imágenes venía a su mente, Sus padres, su hermana, su amor Esteban, que sería de su calidez, de sus proyectos juntos... ahora que hacía, con tantos sentimientos a flor de piel.Estaba abatida y confundida ante tal lluvia de sentires.
Tiempo agotado, espacio vacío, plazos cumplidos retumbaba en su cabeza.
Corrió escaleras abajo, no volvió la mirada atrás. Solo corrió…
Suspendida, girando sobre sí misma, le parecía volar, cuando sintió voces que le decían suavemente como un susurro, déjate ir, déjate ir…
Pero también escucho un arrullo de voz, su madre, que le decía respira por favor, respira…
Esteban llorando decía mi amor, no me dejes…
¡¡¡ Respira !!!
Sola en un laberinto de espacio vacío… confusión. Golpe de imágenes, voces, latidos, mareo, dolor…
Una fuerte luz parecía indicarle el camino, algo fuerte, como una sensación de paz la invadía… estaba a punto de entregarse a esa sensación de plenitud, cuando escucho…
¡¡¡ Respira !!!, Amor respira por favor…
Un baño de luna inundada su ser, despejaba su oído…
Abrió los ojos y respiro.
La valiente guerrera, gano la batalla, un soplo de vida inundo su alma, salió triunfante del infarto, mucha tarea y pura vida esperaba fuera del quirófano.

                                                Miriadas

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  • Autor: Miriadas (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 27 de marzo de 2015 a las 14:31
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 31
  • Usuario favorito de este poema: Humberto Peralta.
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Comentarios1

  • Humberto Peralta

    Tu relato muy bueno me hizo reflexionar y pensar que la vida es un suspiro y que tenemos tantas cosas por hacer, para ser felices, que es una perdida de tiempo pasarsela en lamentaciones. Porque cuando menos piensas ya no estas aqui...
    Un placer siempre estar en tu espacio Mirinda.
    Te dejo un fraternal abrazo en la distancia.

    Humberto.



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