Digamos que es cierto.

mario mena mena

Digamos que sí, que es cierto que estamos solos

que todo está en orden sin ningún motivo

que los planetas y todo el universo giran por una ley sin causa,

y por nada nace la flor, el amanecer, el fruto y el recién nacido.

Que incluso el amor es un hermoso perfume que se apaga

Que mi búsqueda y este pálpito de trascendencia no tiene sentido.

 

Digamos que sí, que es cierto que nuestra madre se llama casualidad

y que vagamos sin fin por el tiempo, para nada y sin destino,

que el abrazo, los besos y el arte son condimento de la nada

y que los juramentos de amor y los besos de una madre

no tienen más allá después de poner sobre ellos su lápida

el día que no haya más días, cuando nos hayamos ido.

 

Digamos que sí, que es cierto que los horizontes son fantasías,

que despedir nuestros seres queridos cuando mueren

y escuchar sus últimas palabras es perder el tiempo.

Que investigar para que podamos vivir mejor más adelante

y cuidar este planeta es algo que al final se apaga como un suspiro.

 

Digamos que sí, que es cierto que la esperanza es ignorancia

que lo único que tenemos seguro es la muerte y un gran silencio

en el momento que todos pasaremos cuando se apague el último latido

y que todo esto es una gran farsa, una acuarela sin autor,

que una rueda inmensa de hamster es para lo que nacimos.

 

Digamos que sí, que es cierto que Dios, tu, yo y el universo

somos parte de un juego absurdo sin principio, ni fin, ni motivo,

que por alguna razón todo seguirá terminando y empezando de nuevo

que seguiremos sembrando, vendiendo, comiendo y teniendo hijos

porque estamos compelidos a nacer, ser y morir como hijos de la nada.

 

Pero pienso que es más hermoso creer lo contrario y esperar la respuesta,

que es más dulce y más grande la certeza sin fundamento que tengo

la fe de un niño que siempre he llevado conmigo, aún a esta hora de la vida,

la necesidad de sentirme pertenecido al que pinta amaneceres y galaxias,

a quien le importamos todos uno por uno, aún desde antes de nacidos.

 

Pienso que es más grande esta fe sin pruebas, esta ansia de Verle

que todos los argumentos construidos para negarle a El su paternidad

y que toda idea que enseñe que no tenemos origen ni destino.

Es mejor morir esperando abrir los ojos para ver Su luz y el reino prometido

como muere la rosa amando su color y el bien vivido

que vivir pensando que todo se asienta sobre un inmenso vacío.

 

 

 

 

 

 

  • Autor: mario mena (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 16 de marzo de 2015 a las 00:22
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 62
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