El Último Concierto

Javier Gamboa Panevel

EL ÚLTIMO CONCIERTO

Por: Javier Gamboa Panevel.

12-09-2013

 

Cumplía cinco años una niña y recibía regalos: zapaticos, vestidos y lazos. Su padre, le ha traído una mascota: un lorito de aspecto joven en una  espaciosa jaula. La niña recibió el regalo con mucha alegría. De inmediato abrió  la portezuela de la jaula, y metiendo la mano, la ofreció al lorito. El ave, alegre , le oprimió de la mano el índice y la niña lo sacó de su jaula, pasó con amor la otra mano por el lomo del loro, éste inclino la cabeza y la niña besó su cara y lo acerco a su pecho.

El padre encontró posición para la jaula y a su lado colgó un aro de ring de bicicleta. El ave comenzó su acrobacia, Trepó el aro con movimientos  graciosos; ahora boca abajo, luego colgado de una pata y de pronto un aletear brioso, un chillido y un semáforo cambiando el color de sus ojos.

La niña preparó agua fresca, trocitos de torta de maíz remojados con leche, pedacitos de fruta y biscocho especializado para loros. Llegada la noche; cubrió  la jaula con una manta para proteger al ave del frio y de la luz, cerró su puerta y diciéndole. –Hasta mañana – le lanzó un beso y el ave respondió con un chillido.

Llega la mañana; el ave aleteaba con fuerza y chillaba estridentemente. La niña, diligente retiró la manta, abrió la puerta, metió entre la jaula su manita y sacó el ave de su cautiverio, lo besó y le habló al oído diciéndole. Te amo. Y lo colocó en el aro. Era feliz el loro.

 

Hacían ya cinco años  de haber recibido aquel regalo de su padre. A Teresita--que era el nombre la niña-- le gustaba cantar, el ave emulaba su canto. Ella comenzó a  dejar que el lorito trepara en su hombro mientras entonaba canciones: Diligente, el loro repetía con ella las canciones.  Pronto formaron un dúo que las personas admiraban. Cada vez recibía mas visitas que pedían presenciar el espectáculo.

 

Frente a la casa de Teresita había un árbol de ciclo anual. El árbol se desvestía cada año. Y Cada año el árbol recibía la visita de un bando de loros, que posados en sus desnudas ramas armaban un estridente alboroto mientras descansaban sus alas. El lorito de Teresita;  Pepito; --como ella lo llamaba--, al oírlos, agitaba fuertemente sus alas y con sus chillidos acompañaba, desde su aro, al grupo. Todo quedaba en silencio y con un fuerte aletear, las aves abandonaban el árbol. Las aves repetían este peregrinar unas seis veces cada año.

 

 

Era la sesta visita en ese año. Las aves chillaban fuertemente como llamando a Pepito para que a ellos se uniera. Pepito, se lanzó al vacío. Y con sus alas, torpes, alcanzó la ventana y se posó en el árbol. Teresita corrió llamándolo y lo invitó a bajar. Pepito pronunció su nombre.  Teresita… Teresita.- y todas  las aves emprendieron su vuelo, y Pepito con ellas.

 

Ha pasado ya un año de la partida de Pepito. El árbol se desviste de nuevo y Teresita espera en su corazón  el retorno de su amor tan querido. Y una mañana; a lo lejos, se oyen chillido y graznidos. La niña sale para mirar  al árbol. Llegan las aves y allí trepado en lo más alto, está Perpito. Sus compañeros se ubicaron  frente a él  en una formación de media luna.  Pepito, con voz cantarina, pronuncia el nombre amado: Teresita…Teresita…Teresita. Y levantando su ala derecha, la manada comienza a entonar un canto de amor. Pepito dirigía el orfeón…La música comienza…

“ Amorcito corazón, yo tengo tentación, de un beso

Que se pierde en el calor, de nuestro gran amor, mi amor.

Quisiera ser,  un solo ser, y estar contigo”…

 

Al completar la canción, que juntos: Pepito y Teresita solían  cantar,

El coro hace un profundo silencio. Pepito cierra sus alas, y mirando hacia el piso, se desploma en una caída vertical desviada sólo por las ramas con las que tropieza. Teresita corre a su encuentro para atrapar su caída. Y Pepito cae en las manos anidadas de Teresita. Sus patas están rígidas, y en un último aliento, levanta su cabeza en demanda de un beso que la niña complace. Aprieta el cuerpo de Pepito en su pecho y con un sollozo retenido en su corazón, lagrimas en sus ojos y en su Alma el pesar; con voz entrecortada le dice a su madre.  “ El  vino a despedirse.  Me ofreció su último concierto”

Apretó el cuerpo de Pepito contra su pecho y lloró… lloró desesperadamente.

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Comentarios9

  • rosamaritza

    Bello cuento mi querido Javier, el lorito emprendio el vuelo a la libertad,
    abrazo y beso amigo querido



    rosamary

  • El Hombre de la Rosa

    Muy hermoso tu genial cuento en literaria prosa amigo Javier Gamboa...
    Un placer pasar por tus bellas letras...
    Saludos de tu amigo Críspulo...
    El Hombre de la Rosa...

  • alicia perez hernandez

    bonito y triste relato
    dejar ir un amor es difícil
    y verlo morir en tus brazos mas difícil
    es una historia muy bien contada pero muy dolorosa
    las personas nunca estamos preparadas
    para sufrir un duelo.
    te abrazo te quiero y te saludo
    LINDO INICIO DE SEMANA!!!!

  • Javier Gamboa Panevel

    Los dolores, Alicia querida; preparan el corazón para un intenso vivir; para esos amores que se pierden después de haber sido conquistados.

  • Violeta

    MAGISTRAR CUENTO JAVIER TIENE DE TODO UN POQUITO ... ATRAPANDO AL LECTOR...BESOS

  • Margarita Dimartino de Paoli

    UN HERMOSO CUENTO RELATADO CON TERNURA.-

    UN BESO EN LA DISTANCIA CON CARIÑO.-

    MARGARITA

  • Javier Gamboa Panevel

    Gracias a todos, amigos y compañeros; gracias por leerme y comentar.

  • jarablanca

    Tu cuento me habla de que nada es para siempre...la distancia tampoco.
    Un abrazo.

  • Nhylath

    ¡Que hermoso cuento!...¡me conmovió!...
    Cuando Pepito se fue con sus amiguitos dejando a Teresita llena de dolor... lo juzgué mal, no sabiendo que el lorito agradecido volvería a su dueña para despedirse!... Así es la vida, juzgamos sin conocer los sentimientos del prójimo...

    Un fuerte abrazo lleno de bendiciones!



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