LOS DOLARES(cuentito)

juan maria

 LOS DOLARES

 

 

Ya la conocían de otros momentos a la casa abandonada.

Pero desde hoy venían a instalarse como okupas los tres vagabundos “ilustrados”, que se autodenominaban ermitaños, evitando los términos de croto o de vago.

Pero los sorprendió la llegada de un automóvil muy fugaz ya que después de una rapida diligencia se marcho sin mucho estruendo de su motor.

Y los hombres que bajaron con tres maletas, las dejaron y se fueron en el auto.

La casa estaba ubicada un poco mas allá del suburbio y en la zona de las quintas, estando la edificación mas próxima por lo menos a trescientos , trescientos y pico de metros de distancia.

Y estaba rodeada de pequeños montes naturales de acacias, de álamos y algún sauce entremezclado en la vegetación de yuyos, cardos y pajonales.

No era clara y menos aun nítida la visión  de la casa desde los alrededores.

Los tres hombres de mediana edad que habían descendido del automóvil portaban tres valijas nuevas por su apariencia y capaces de cargar cada una de ellas una fortuna en dólares si se trataba de billetes de alta denominación.

En nuestro imaginario  siempre aparecen dólares a la vista de maletines y maletas en estaciones y aeropuertos.

Y en la imaginación de los tres vagabundos “ilustrados” las especulaciones fueron concretamente sobre las tres maletas que habían sido bajadas del automóvil.

Y sobre el tan remanido millón de dólares de cualquier conversación de café; el palito verde.

Todos sabemos que nuestro billete mas alto, en valor nominal, es el de $100. Es decir que a $3,02, de acuerdo a la pizarra de ayer, por $100 recibimos u$s 32.

O sea que necesitaríamos tres valijas para transportar un millón de dólares en plata argentina si tomamos que entran  100 fajos de 2 cms. de alto en un maletín como los que traían los hombres que habían llegado.

Uno de los vagabundos pensó en voz alta; si tuviéramos billetes de $ 300 iría en un solo maletín el palo verde argentino; y comprendiendo la boludez que había dicho, no pronuncio mas palabra.

Nadie tenia la mas mínima idea del contenido de los maletines, pero en caso que fuera dinero había, en los tres maletines,  un millón de dólares en moneda argentina…y en dólares tres palos verdes.

Un palito verde en cada valija.

Los tres vagabundos “ilustrados” especulaban por la conducta a seguir  dadas estas auspiciosas novedades.

Era unánime la idea de que había que intentar hacerse de la plata de cualquier forma.

Creían habrían de disponer de muy poco tiempo para el operativo de apoderamiento porque poco tiempo les iban a dar los hombres del automóvil dado que ellos tampoco lo tenían y pasarían a la brevedad por los maletines.

No era un escondrijo adecuado esa casa solitaria y la prueba estaba en que ellos conocían la existencia del dinero.

El mas joven de ellos vivía por lo general del poker y era el que hacia todos los comentarios financieros; seria distinta la situación de los chicos uruguayos que estuvieran en nuestro caso.

Con un cambio a $19,40 respecto del dólar y un billete de $2000, podrían guardar un millón de dólares en plata uruguaya en una sola valija.

 El viejo le dijo que dejara de hablar tonterías y que valiera lo que valiera el peso uruguayo nada tenia que ver aquí porque eran tres maletines y no había nada que especular.                                                        

El viejo era el jefe natural del grupo y por haber pasado en su juventud un año en Filosofía y Letras hablaba con las ínfulas de un profesor y citaba constantemente a Unamuno.

Y el tercer vagabundo ilustrado era un cazador de viudas ricas desocupado por el momento, pero de recitar poemas, muy simpático y gran bailarín.

El jugador de poker dijo que seria lo mejor actuar de inmediato y jugarse el resto.

El viejo estuvo de acuerdo y pronuncio unas palabras sobre la lealtad, que finalizo con “tu desconfianza me inquieta” dijo don Miguel.

Y el “gigoló” aprobó la premura porque este no es el caso de la peor educación con el apuro, que es cortejar una viuda antes de que termine el funeral.

Y así los tres vagabundos “ilustrados” se dispusieron a la acción.

El viejo comenzó a dirigir el operativo y se aseguro de que ellos identificaban perfectamente a cada uno de los hombres que habían bajado del automóvil con el dinero.

No una identificación cedular o documental claro está, sino un conocimiento del aspecto del que le tocaría a cada uno en el caso extremo.

Tienen armas y nosotros no dijo el que dirigía y cada uno de nosotros debe atacar al indicado en forma instantánea con la astilla que llevara en su mano.

Con un poquito de suerte no habrá violencia física señalo el mas joven; y el viejo lo ratificó y aprovecho para la última perorata arengando que se estaban renovando y “el progreso consiste en renovarse” como decía Unamuno, terminó.

Trasladaremos el dinero a nuestras viejas valijas y nos iremos rápido pero con serenidad dijo el jefe “ad hoc”.

Las maletas nuevas eran herméticas y cuando forzaron con movimiento ansioso la primera, broto de ella el mas espantoso olor propio de un cadáver en total descomposición y los vómitos ocurrieron con inusitada violencia.

Después de las arcadas y del violento asco los tres vagabundos “ilustrados” no encontraron palabras para citar.

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  • Autor: juan maria (Offline Offline)
  • Publicado: 11 de febrero de 2015 a las 20:57
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 68
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