Atid04

Roquearguellesarevalo

Hacía tiempo que mi cuerpo

no probaba ni sentía su imprudencia.

 

Hace mucho que mis ojos

y los suyos, marrón profundo,

no paraban un momento 

y conversaban de sus mundos.

 

Era raro verlos juntos 

caminando un mismo rumbo,

sus manos, su tersa palma 

rozando la mía.

 

Pululaba en el negro de su pelo 

y su sangre penetraba en mis entrañas.

La abrazaba, acariciaba,

le decía que la amaba.

 

Ella, tan ella

Su voz tan melódica 

y la vi voltear en la esquina.

 

Creía que nunca encontraría el amor.

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Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Muy hermoso tu gen poema amigo Roque
    Un placer pasar por tu portal
    feliz salida de año 2014
    Saludos de amistad de Críspulo



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