La danza del tranvía

chusori

La danza del tranvía


Voy a ir a poner la cabeza en los rieles del tranvía.
Voy a ir a poner la cabeza en los rieles del tranvía.
Cuando el tranvía venga, la voy a quitar otra vez.
(Letra de un blues)




Estoy sentado en la danza del tranvía.
ojos oblicuos,
cuerpos penetrándose,
hasta el tono de las almas

Hablo una lengua que no tiene traducción,
hecha de latidos distantes
y soledad de lago.

En mi somnolencia hay vagones silentes,
también trenes nudistas,
en la costa de las tristezas masturbo mis sombras,
acariciar algo, para desarmar esta enfermedad.

En las chispas siento que el amor huele a carne.

En el tranvía ensueño rostros,
del color de los dientes
y frescura de vientos
revolviendo el cabello.

Despierto y miro de reojo a las chicas,
hay que mirarlas disimuladamente,
todas las historias están el vértigo de sus ojos.

Engullo cada mancha de la pared,
cada clavo, y me siento dueño
de mi callada voz que lee mil veces el ticket.

Al lado alguien se duerme en el sopor.
El tranvía también ronca su siesta.
Mi espalda pesa como un enemigo.
Vuelva mi mano intacta a su lugar.
¿De dónde me llegó esta enorme sed?

Llegar a tu destino
es un buen punto de partida.
Ya se detuvo el tranvía,
concluido,
como una mano abierta,
ponerse de pie…
una ventaja para mi esqueleto.
Arrojo el billete que vuela sudando.

Camino hasta el semáforo.
El diamante humedecido del día,
la muda de emergido animal,
las bicicletas de ciudad, como túrgidas culebras.

Los niños temblando de amor.
Las chicas con sus curvas belicosas.
Me estoy muriendo
más rápido que de costumbre.
Ni siquiera sé gritar sed azul.

Huimos de todo
Y de nadie
Solo huimos, somos láricos.
Besamos a paladas,
buscando el oro que se perdió bajo el pasado amor.

Y, en esta esencial soledad, 
el agua interminable de un beso.
Todo en un sólo beso.

Camino y el ángel tiene imagen de sombra
en sus soleadas paredes.

Qué lejos todos de cada uno.
Vida
y yo anatemizado.
Lo inevitable acontecerá.
Ahora me ocuparé de mi sed.
Ah, corazón, pidamos resistencia.
Música, noches y saliva.
Una vida de todas sus horas.

Y Dios que no me atiende.

Sólo esa terca, inexplicable esperanza.

Hoy espero que nadie me comprenda
sólo así este momento será mío.
Ahora, entrando a mi trabajo de la cafetería,
seré casi un ser, como un disparo,
como una gaviota de mar
que se te torna espuma.

Pero atender a mujeres hablándome
como payasos enseñando a niños,
sentir la quemadura de su beso que no me toca,
o mirándote, aunque tan sólo me pidan un café,
pero mirándote de verdad,
es toda una experiencia poderosa.



...
..
.


Jesús Soriano
.

  • Autor: chusori (Offline Offline)
  • Publicado: 27 de diciembre de 2014 a las 14:26
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 57
  • Usuario favorito de este poema: El Hombre de la Rosa.
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Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Mucha belleza y hermosura desprenden tus geniales estrofas estimado compatriota y amigo Jesús Soriano (Chusori)...
    Que despidas bien el 2014 y que el nuevo 2015 te colme de felicidad, salud y amor...
    Un fuerte abrazo de Críspulo...
    El Hombre de la Rosa...



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