Entraste por mis ojos
sin golpear los párpados.
Ablandaste el paso inquilino y soñador;
dejaste una promesa en mi puerta y corriste.
Trataste de ser el pretérito que
se adueña del resto de mis días
y por cierto, lo lograste.
Me abrazaste y me quemaste
vivo, con esos besos
como bengalas que avisan
en los cielos cosas.
Estoy vivo de milagro. No todos
se enamoran, como yo, a primera vista
todos los días del año y de la misma mujer.
No todos encuentran,
solteros, el amor de su vida.
Todos son infieles
a la promesa de un 'nunca más'.
Comentarios2
Lindo, me encanto.
saludos,
Que interesante, al principio me pareció paradójico, hasta sentí un sabor de traición, aunque, entre versos, imprimiste el amor, ese amor de idealizar algo más allá que un ideal del alma y el corazón, es interesante el sentido de la paradoja embutida en reflexión...
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