MIS AMANTES FANTASMAS

marta oliveri

            l

 

Mira mi noche en llamas.

Pero observa mejor:
verás cenizas.

Criaturas cómo el fuego
en lenta ondulación
van quemando la danza de la vida.

Y contempla la noche
del dolor en el pecho,
la noche del insomnio inevitable.

Obsérvame en mi luto
con mis manos aún torpes
o para siempre torpes,

pausando el pensamiento,
en letras que se agolpan.
para hacer lo imposible


Mis palabras: criaturas,
que doy a luz en sepia
de una abstracta y mortal fotografía...

Dios está con vosotras.
en la mala costumbre
de exigir su existencia
en los sueños de un loco.

Mira mi noche en límite,
que huye de su almohada,
para evitar el cuervo
sobre el cuerpo dormido;

sobre el inerme trazo
del alma derrotada,
la que se expresa en vértigo:
Simultánea. memoria.

Allí están las edades
que el tiempo ha abandonado:
la criatura que llora
a los pies de un recreo,
la que canta palabras
que aún su alfabeto ignora.

Allí está la pequeña
silla de verde raso
esperando a la princesa
que se narra a sí misma
con no más de seis años
en su cronología,
y no menos que eternos
en pasión de princesa.

Y verás las banderas
endureciendo plazas de palomas
que huyen de los gases y del casco.
del estruendo y las balas.

Y verás treinta mil fantasmas
que en la flama
se incorporan de fe
y humanidad que calla.

Y aunque sean ingrávidos

están allí los tristes
Erdosain y su rosa,
que nunca fue blindada
tal vez, precisamente
porque amaba las rosas.

Alejandra exiliada
de la vida en su vida
mientras llama a la muerte
con azul desafío.

Las palabras de un loco
Son todas las memorias:

las del tiempo y el viento.
del tiempo del hombre
que dibuja los números
líneas y bellas brújulas,
para hacer un sendero:


del viento las del otro
que cruzó edades,
y aun tiene entre sus manos
latiendo un nacimiento.

         ll 

Mis amantes fantasmas

encomiendo a vosotros

la locura y el cántaro
de las aguas del río
de contraria corriente.


Encomiendo a vosotros
mis ángeles agónicos,
mis lágrimas perdidas,
mi unidad tambaleante.

          III.

Oh, cielo de los locos
asilo del sufriente
¿recuerdas la dulce Ofelia
que murió en las alturas?
y dicen que era el agua
de vulgares nenúfares,
de helechos como pulpos vegetales.

Ella, la dulce Ofelia
se recostó en un cielo
de acuáticas estrellas
pero nadie lo supo.

          IV

Ah cielo de los locos
sólo en tu éter creo
llegando al territorio
donde ya no hay palabras,
y el luto crece grávido

en los ángulos rectos,
y las lámparas dicen
lo real como un cuadro
innecesario, estático,
un presente, que emigra
sin culpa hacia el abismo.

 Mis fantasmas amantes,

las palabras del loco
nada pueden hacer
si no convocan lágrimas,
un diluvio de lágrimas
por la vida partida:

la triste inteligencia
de los seres que amaron
alguna vez la música
que nacía del fondo
de todos los misterios.

 El solitario dice :

- He aquí lo que dejo,una puerta sin casa

y una llave enemiga del candado

una llave ignorante de clausuras.


Lo demás, lo que queda
lo dejaré en tus manos...

 Ah, locura en tus manos

encomiendo mi espíritu.

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Comentarios3

  • Juan Manuel Hernández.

    Gran verso gótico, gran escrito.
    Un placer leerte.

    Juan Manuel Hernández.

    • marta oliveri

      Muchas gracias por tus palabras.

    • El Hombre de la Rosa

      Muy hermosa su poesia amiga Marta...
      Un Placer pasar por tus letras...
      Saludos de tu amigo Críspulo

    • marta oliveri

      Gracias a vos por leerme.



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