La vida, la rosa, el girasol marchito

Carlos Fernando


AVISO DE AUSENCIA DE Carlos Fernando
Aviso que he vuelto después de muchos años ausente.

 

Una rosa,

la vida podría compararse

a una rosa,

brota de un tallo verde

una mañana de abril,

un botón

se forma en el extremo,

rodeado de tonos verdes,

y olores fragantes

de tierra húmeda

bañada de rocío

del olor de la grama

que asciende

trayendo evocadores

vapores de óleo y clorofila

que es tan grato al husmearlo,

que nunca se sacia el olfato

de extasiarse.

 

A ojos cerrados

puede mirarse

toda la campiña

despertando con su saludo

cotidiano al aire transparente.

Que ligero sacude

los cabellos de una niña

que brillan con destellos de soles.

Cuántos recuerdos

vivos y llenos de matices

deben guardar los ciegos

en su memoria. Pienso,

porque ahora que escribo

con los ojos cerrados

recordando al viento

y los aromas y los colores

y los cabellos que brillan como soles,

me doy cuenta que nunca antes,

a ojos abiertos jamás

los había mirado

con detalles tan claros.

Como ahora los miro.

 

La vida

es como una rosa

no importando sus colores: 

podría ser blanca,

púrpura o carmesí, 

o una delicada flor

color de mantequilla,

que escarlata, o nácar.

La vida es una rosa

que ya bebida la sabia

del tallo separa

los pétalos como si fueran

las valvas de una ostra

que dejan escapar

su prisionera 

delicada y esférica:

la perla.

 

La vida es esa rosa

que nuestro recuerdo,

semejante a la obrera

que acude puntual

a extraer el polen y el néctar

y el recuerdo

bebe un poco y lo digiere,

y con sus patas transporta

el polen y fecunda más allá

otro cáliz del cual,

bebe más néctar.

Así vuelve la obrera

con su rica y fértil carga

al panal de la experiencia

y deposita en él

todo el bagaje que lleva.

Y lo transforma en cera,

o en miel, según lo quiera.

 

La vida

es una rosa cuyos pétalos

son como las hojas de un libro

que se escribió de priesa,

o que indolente

se deshojó por el maltrato

haciendo volar en las alas

del viento las páginas del libro,

los años perdidos en el tiempo

del ocio y del descuido.

La vida es como el tallo

que se queda marchito unido

a la vara,

¿has visto cómo quedan

los estigmas marchitos del girasol

cuando se muere?

Así es la vida cuando se apaga,

primero una cáscara reseca

y quebradiza

y al final un polvillo

que vuela por el aire fresco

en la mañana de junio

que se rodea de olores fragantes

de tierra húmeda bañada del rocío

y del olor de la grama

que asciende trayendo evocadores

vapores de óleo y clorofila

que llena los ojos verdes de una niña

que mira a lontananza con los ojos fijos

en la nada mientras el sol

le resplandece en los cabellos

que le brillan con destellos

de trigo y olores de manzana.

Y que ahora miro con los ojos cerrados,

con la misma nitidez con que los ciegos

miran y recuerdan lo que han visto.

  • Autor: Carlos Cabonaro (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 30 de enero de 2010 a las 11:10
  • Comentario del autor sobre el poema: Quién es el personaje central de esta poesía, pareciera ser la vida, por momentos la rosa, los recuerdos, el entorno, es un misterio finalmente porque no hay personaje central en esta historia breve, como breve es la vida del hombre, como paradójica resulta la mirada de los ciegos, que miran con los cuatro sentidos que les quedan. Y ven mejor que uno que mira. Pues son capaces de describir el resplandor del cielo por el olor que lleva el mar en un día soleado. Pues en realidad el cielo resplandece con el brillo del sol, no es que el cielo sea quien ilumine, ni es la existencia una estación de mero tránsito. Ni es la muerte el final de todo.
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 1315
  • Usuario favorito de este poema: Blancalina.
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Comentarios2

  • Blancalina

    Bellas lineas para expresar la vida,
    muy original tu poema y encantador.

    saluditosssss

  • Guisela Noemi Montoya

    He paseado por tus prados en flor. Corrí detrás de las mariposas y sentí el perfume de bellas rosas y margaritas.
    Aproveché y corté un ramo de margaritas y unos girasoles amarillos cual sol naciente.
    A tus escritos mi cariño
    Guisela.



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