Relato citadino

Deactum

Pasaban de las dos de la tarde, el día era nublado, sin lluvia, de los que abochornan con caminar un poco. Elisa se miraba en su espejito sentada en una pequeña banca del parque México, dando la espalda a la fuente del reloj; faltaban diez minutos para su encuentro con Alan. Sería su segunda cita. De vez en cuando sacaba su lapiz delineador, su labial, su polvo de rubor. No dejaba el espejito. 


—Cuidado señorita— le dijo el barrendero que levantaba las hojas de alrederdor de la pequeña banca —No la vaya yo a ensuciar—.


—No se preocupe, traigo botas largas—replicó ella con la sonrisa de siempre.


Muy dentro de su fiero corazón había una tierna niña que gozaba de expresar humildad y paz a través de las ventanas de su alma, con un brillo de ojos, un ademán o un giro delicado de cabellera. Decidió que era momento de olvidarse del maquillaje y comenzar a ver el reloj. 


"¿Será una buena escena lo que mire cuando me vea aquí sentada? ¿Y si mejor me pongo de pie? ¿Me enredaré el cabello? ¿Hace cuánto que no me hago una cola de caballo? Dios, creo que tengo que sacar de nuevo el espejo..." Tantas cosas pasaban por su mente que no se percataba que el polvo ponía cada vez más tierra en sus botas de cuero negro. Tantas cosas se preguntaba que no tuvo tiempo de escuchar los ladridos de diez perros que venían en la vereda de las correas de su paseador.


—¡Quieto Bicho!— gritó el paseador de perros.


Elisa dió un salto sobre la banca al darse cuenta de que tanto animal la rodeó de repente. Aquél grito sólo bastó para que todo aquello se alborotara en un santiamén. Los más pequeños estorbaban al barrendero, los más grandes olfateaban a sólo unos centimetros de la joven. Ella prefirió huir y corrió a pararse sobre el ancho borde de la fuente mientras gritaba:


—¡Llévatelos, llevátelos!— 


—¡Sí, eso hago, eso hago! ¡Fruta! ¡Rocky! ¡Ratón! ¡Cuco! ¡Caminen y dejen ahí!— Parecía que todo se calamaba mientras avanzaba por el sendero hasta que Bicho rompió su correa y fue a brincar y ladrar a la fuente tratando de alcanzar las manos de la chica. Ella seguía gritando. El barrendero lo trataba de ahuyentar con su escoba y en todo este alboroto Elisa tropezó por los tacones de sus botas altas y cayó hacia atrás dentro del agua.


Alan, espectador irrisorio de aquella escena mientras caminaba a su encuentro, se detuvo en seco después de ver la caída. Vió desde lejos como Elisa se levantaba indignada mientras se veía a si misma empapada hasta la espalda. "El menos se encuentra bien" Pensó para si mismo, enseguida volteó a su alrededor y observó que en la calle aledaña un camión con distintas telas dobladas vociferaba distintas características de lo que vendía a plena calle. Corrió hacia el camión, pidió algo lo más parecido a una toalla, para su fortuna este artículo se encontraba en el extenso repertorio del vendedor.


Elisa comenzó a llorar mientras el barrendero la ayudaba a dar el salto afuera de la fuente. El paseador de perros pedía disculpas desde lejos. Las botas carecian ya de polvo y relucían con el agua. Alcanzó su bolso en la pequeña banca para buscar su teléfono celular. Dio media vuelta hacia la vereda y frente a ella Alan apareció con una gran toalla de color amarillo extendida entre sus brazos. La rodeó.


El abrazo fue de lo más enternecedor. Don Faustino, el barrendero, prefirió seguir viéndolos recargando su cabeza en sus manos que sostenían el palo de su escoba. Memo, el paseador, levantó la mirada mientras le colocaba una nueva correa a Bicho y parecía que todos los canes se habían quedado quietos a final de cuentas. 


—¿Por qué traes una toalla?— Preguntó Elisa sollozando con voz mimada.


—No encontré otra cosa que fuera de tu color favorito para traerte— Contestó Alan con una sonrisa y encontrando su mirada, la besó por primera vez.


"Es basto el amor cuando la oportunidad se antepone a la belleza" Pensó Don Faustino que despidió desde lejos con un gesto de hombros a Memo y retomó su labor volteando de vez en cuando a ver la íntima plática de miradas que conservó aquella dulce pareja.

  • Autor: Dragón Negro (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 30 de mayo de 2014 a las 15:21
  • Comentario del autor sobre el poema: Ocurrencias entre la fantasía y la realidad. Espero les guste.
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 26
  • Usuario favorito de este poema: alex grimanieli.
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