MORIR POR HERROR

joaquin Méndez


AVISO DE AUSENCIA DE joaquin Méndez
Hola amigoas y amigos ahora entro más de tarde en tarde por motivos de trabajo, pero no os olvido ni un momento.
Beso.


 

MORIR POR HERROR

Había trascurrido tanto tiempo desde aquel primer beso,  que ya ni siquiera recordaba del sabor de sus labios.

Estaba sentado en la oscuridad de su celda, y la recordaba  muy apenado, no podría olvidarla jamás.

Sus ojos se inundaban de lágrimas, su corazón tartamudeaba el nombre  de ella,  con  entrecortados latidos ya casi sin fuerzas agotado, cansado de sufrir.

Cerro los ojos y la vio  alejarse por el camino del olvido, camino que los  separaría para siempre, que le arrancaría su amor, su vida, y su esperanza, pues seguro que ya jamás volvería a verla, ni a besarla ni abrazarla nunca más.

Estaba tan ensimismado  sus pensamientos  que casi no escucho la voz que le gritaba al otro lado del muro.

-Amor… amor mío, ¿me oyes? estoy aquí amor, al otro lado de los muros.

Las voces siguieron durante un buen rato, pero no hallaron respuestita alguna.

Era ella que había vuelto para verlo, pero no la dejaron entrar  y desesperada gritaba a través de las gruesas paredes.

Al no tener respuesta ella se marchó cabizbaja con los ojos arrasados por las lágrimas, y su figura desolada se fue perdiendo en la distancia.

 

Él abrió los ojos y miro por la rendija que tenía por ventana,  pero solo vio la oscuridad de la celda de al lado, entonces un ruido le llamo la atención y vio que por debajo de la puerta de hierro asomaba un papel blanco con algo en su interior. Lo tomo y vio que era una papelina de heroína.

 

Por un instante se olvidó de su amada, y recordó  el por qué se encontraba allí dentro encerrado, lo habían tomado por asesino  y aunque había sido un error,  estaba condenado a cadena perpetua,  por lo que ya no tenía esperanzas de salir de aquella  horrible oscuridad.

Volcó todo el contenido de la bolsita en una cuchara y con su mechero fue calentándolo  hasta erbio, se apretó bien el brazo con la goma  que gradaba e introdujo la aguja de jeringuilla en su vena, y comenzó a apretar para que fuese entrando el líquido poco a poco y empezó a sentir que volaba como un pajarillo.

Quedo tumbado encima dela mísero camastro con los ojos en blanco y se vio volar entre nubes blancas como si le hubiesen salido alas de repente.

Entonces la vio,  si, si,  era ella,  la que caminaba por un camino sin fin  un camino que se extendía a lo largo del horizonte  y se perdía entre las estrellas, aquellas estrellas que un día los vieron amarse.

 

Quiso hablarle, pero ella no le escucho, seguía caminando con pasos vacilantes,  cada vez más lenta, hasta que callo de rodillas y con los brazos mirando al cielo y lo último que dijo fue.

 Dios mío llévame con él.

Entonces fue perdiendo la vida, y en la oscuridad de la muerte  vio una luz, era la luz de su amado y juntos hicieron en último recorrido hasta la el infinito hasta eternidad.

FIN

Autor: Joaquín Méndez. Reservados todos los derechos. Domingo, 18 de mayo de 2014

 

 

 

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Comentarios4

  • mariarl

    bella historia niño eres tremendo

    • joaquin Méndez

      Gracias guapísima eres siempre muy amable.
      Besazo.

      • mariarl

        un abrazo mozo

      • JADE FENIX

        Hermoso y sentido relato amigo, un placer leerte.
        Un fuerte abrazo.

        • joaquin Méndez

          Gracias hermosa, me alegra verte por acá.
          Una fuerte y efusiva abrazo.



        • joaquin Méndez

          LUNA DE ABRIL.
          NO ME DEJA RESPONDERTE, PERO MUCHAS GRACIAS POR TU CONSEJO.
          ABRAZO

        • CARMEN

          Ay mi Joaquinillo del alma y de mi corazón que preciosa historia y que bien contada, Y por casi mi la pierdo mi niño jaaaaaaaaa. Un beso muy grande

          • joaquin Méndez

            Gracias mi niña eres la alegria de poemas del alma y de toda Palencia.
            Un beso como de aqui a la luna.



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