Trilogía de las moscas...

Lea Guillen

LA DANZA DE LAS MOSCAS

 

Le dijeron que había que ser mosca. Reptar, lanzar, no subir sin bajar. Alguien tropezó con su lengua. Entonces se creyó sapo. Nada de eso, aunque la mosca arañe la seda… nunca se sabe cómo terminan estos refranes pasajeros. Sin oler no capta. Sin volar no se arrastrará jamás. Revolotea, nadie la aconseja bien. O todos la aconsejan bien. Un análisis sociológico le quedaría grande. Una canción metalera, o un simple demo…

Una momia lloraría más. Una víbora sabría que arrastrarse no siempre lleva al final del túnel. Por ende los mira, los desnuda con la espalda. Los desea con odio. Los huele con clase -B- mientras ellos le temen. O la aman. Depende de cuántas alas estén dispuestas a mostrar nuestras simpáticas protagonistas. ¡Qué danza, señores! Qué modo de balancearse sobre lo ajeno. Padecen un reggaeton sin salida. Muerden el amor sin saliva.

 

 LA MOSCA A TRAVÉS DEL VIDRIO

 

- ¿qué pasa, compañero?

- me pasa la vida volando, y sólo me queda este día para despegar…

- ¿cuál es la salida, hermano?

- romper y morir…

- ¿cuál es el sentido, amigo?

- endurecer, deshacer, correr…

- ¿cuál es tu consejo, padre?

- nunca quieras volar, sin antes haber leído las instrucciones…

 

Es la bastarda charla entre una mosca y su destino. Hoy se cree blanda. Se anima a inmiscuirse en el olfato ajeno. ¿Huele a basura nuestro destino? ¿No merecemos algo mejor? La respuesta es no. Mariel y el capital murieron por un causa noble. Hacer girar al mundo no es suficiente cuando el vidrio se rompe frente a uno. Cuando el vidrio te hace el amor. Cuando el vidrio hace la guerra. Cuando la guerra es fría como una pared. Cuando The Wall resulta ser sólo un pedazo de plástico envasado al vacío, salto al vacío. Allí nos perdemos y encontramos nosotros. Nosotros, que creíamos que no todas las moscas eran verdes. Nosotros, que buscábamos libertad en agrias mermeladas. Nosotros, los que nunca vamos a dejar de ser moscas…

 

 

LA MOSCA EN TU SIEN

 

 

- ¿como te llamás?

- derrota, ¿y vos?

- los sábados, Victoria…. y todos los demás días, como más te guste…

- ¿me puedo tatuar tu nombre?

- no, al menos hasta que demuestres que podes dejar de escribir acerca de moscas...

 

Misma charla, aunque parezca diferente. Es una excusa el insecto. O pequeño pájaro. O natural avión. Todo lo anterior apunta a esto. Es menú a la carta su amor:

Los lunes se despereza y dice que lee a Sábato; los martes masturba las orquídeas de una primavera que, mas que prima, es nieta. Los miércoles no va a trabajar. Los jueves con ese sabor a nada tan intenso, son su plato preferido. Los viernes, por si las moscas llaman, sale a equivocarse. Los sábados, Victoria. Y los domingos pide ayuda para terminar este poema…

  • Autor: Leandro Guillén (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 11 de mayo de 2014 a las 17:20
  • Categoría: Fábula
  • Lecturas: 61
  • Usuarios favoritos de este poema: santos castro checa
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