El primer quis

srakkin

La tos se vuelve mensaje; suave, brusca, delicada, aguda, grave, etc… El código no está, se fue, se transmutó y se quedó en enfermedad, no en español ni otro idioma, en enfermedad. La emisora se quedó enredada, prácticamente cosida a las sábanas, en cambio el receptor se quedó triste, cansado y aun así amando, sintiendo y temerario al viento.


 ¿Qué he de hacer? Dijo el receptor, que por cierto madruga el alba y duerme sólo cuando la tos es delicada, somnífera para la preocupación y los párpados. La emisora en cambio dice “¡Aham Aham!” repetidas veces, sin cansarse y con los ojos húmedos, ¿Húmedos de qué? De esperanza y serenidad. Vicente, el amante, y Diana, sí, Diana la del viento viral, la que un día se ahogó en colores despintados y anticuerpos desnudos, emancipados desde la autoflagelación.


 Vicente se cuestiona a diario “¿Qué he de hacer?” y ellos, los médicos, también se preguntan “¿Cuándo se cansará?” Es cierto que no es una opción para Vicente irse y dejarla como bolsa en el viento, claro que no, es más, cada día llega con más fuerza, con más besos y masajes acariciadores. Un día, de tantos, Vicente voló con alas de sonrisas al cuarto 203 donde descansaba la amada, esta vez distinto y más enamorado, encontró en los jarros de recuerdo una carta, de ella, que le dio el valor para amarla y velar por su bien, entonces Vicente a voz viva dijo “Si con este beso no te salvo juro que moriré a tu lado en esta habitación”. Sujetó el rostro delicado de Diana, con la otra mano la desconectó para dejar al descubierto sus labios, la miró fijamente, justo en ese momento unas lágrimas se desbordaron lentamente de los ojos de Diana y Vicente pensó “Este es el momento besarla por primera vez” .Lo hizo, la besó suavemente y aprovechando todo el tiempo posible, es cierto él la amaba, su deseo desde el comienzo fue morir por ella, salvarla, ¿De qué vale la vida sin amor? El amor sin sacrificio en realidad no es más que un deseo pueril de ser especial para alguien, en cambio sacrificarse es romance.

 El mensaje fue “¿Dónde está mi familia?” y el código fue español, pero el receptor simplemente calló. Es cierto, la tos delicada nunca llegó y aun así Vicente, el auxiliar de aseo, logró dormir, descansar. Diana, desconcertada me preguntó “¿Dónde estoy?” Yo le dije: En la clínica el Loa, Calama de Chile… Usted tuvo un accidente, se golpeó la cabeza con una roca y quedó en coma, fueron dos meses. Ella se tocó la cabeza y sintió su cicatriz, rápidamente se dirigió a una calle de regreso a su hogar, Sevilla, España, donde estaba su familia: Esposo, hija e hijo. Esta mujer era una periodista qué tuvo que viajar a Calama por razones de trabajo.
 

Vicente se contagió de un sueño crónico que no le permite abrir los párpados y el corazón. En cambio yo, futuro médico, dejaré mis zapatos por unos nuevos, más livianos, y me dedicaré a escribir, si Vicente amó a una mujer solo por ser hermosa y perdió su vida por la de ella ¿Por qué no puedo ser poeta?.       

  • Autor: srakkin (Offline Offline)
  • Publicado: 3 de mayo de 2014 a las 20:12
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 75
Llevate gratis una Antología Poética y suscribite a Poemas del Alma ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.