El Minotauro en la Alameda

Oscar Perez

El Minotauro en la Alameda

 

Acabo de ver al Minotauro en la Alameda,

iba sin Ariadna, ya se sabe,

a Ariadna y a Teseo los mató la policía.

¿Será por eso que va triste el Minotauro?

Al fin y al cabo es preferible el adversario

a no tener ni a quien seguir ni a quien te busque.

¿Será por eso que va solo el Minotauro?

Porque en mi patria, en mi ciudad, todo es tan plano

que nadie tiene tiempo de ver lo que nos pasa,

así, si un Minotauro se aparece,

los ojos no verán sino la blanca cordillera,

los labios no hablarán sino del último partido,

los cuerpos no querrán sino los cuerpos de sus prójimos

y los niños, que son niños,

no serán tenidos por testigos valederos.

Por supuesto la policía y sus disparos

no sabrán distinguir entre poeta y mito,

entre simples proxenetas y turistas,

entre mi corazón desalentado por la lluvia

y un viejo toro vacilante en plena plaza.

Los diarios venderán más ejemplares con la coca,

con la niña violada, con el parto

de la última niñita famosa de la aldea,

con el impresionante caso ya olvidado

en el siguiente caso ya olvidado en el siguiente caso.

Por eso, Minotauro, yo te entiendo,

te invito a aquel gran bar, habrá cerveza,

habrá cuecas choras, unas payas

y un largo laberinto sin sorpresas.

Es este mi país, tú bienvenido,

dirán que acaban de ver al Minotauro con un niño,

dirán que uno de los dos se parecía a mi,

yo ya no sé qué decir, como si se pudiera

confiar en las cosas que en mi patria anda diciendo

la gente en las esquinas y en el metro y en las tiendas.

Ariadna era mi madre, el policía

que se vino a confesar de su delito

le echó la culpa al miedo, al comunismo,

juró que de Teseo ni noticia,

juró que no daba más con su alma,

juró que nunca más iba a contar lo sucedido.

¿Me entiendes, Minotauro, qué me dices?

Otro pitcher, señores, alguna día

podremos juntos desenredar el viejo ovillo.

Por mientras llueve, alguien me ofrece sopaipillas,

y el Minotauro, que no es tonto,

me abraza y sólo grita viva Chile.

Los disparos no sé de donde es que salieron,

y a los muertos, como siempre,

se los llevó tranquilamente nuestra buena policía.

 

http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/

 

30 04 14

  • Autor: Óscar Pérez (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 30 de abril de 2014 a las 07:23
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 631
  • Usuario favorito de este poema: aim lig.
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.