Canto de amor

Oscar Perez

Canto de amor

 

Es cierto, no me amó, pero parecía hacerlo,

quizá porque también, como yo lo he sabido,

ya lo sabía usted: el amor casi no existe.

Y es cosa de mirar la evolución del mundo,

¿con qué justificar los paraísos que perdimos,

las noches de dolor, las lágrimas vertidas

y el tiempo que se va de todos modos al carajo?

Por más que Helena otee palpitante el horizonte

y adentro de un caballo cifre el hombre toda su esperanza,

no ha de llamarse amor la causa de las guerras,

ni el robo de los ricos en merma de los pobres,

ni el odio visceral entre hombres y gusanos

ni el mismo afán común de atrás dejar tanta crisálida.

Y en forma más puntual, no ha de llamarse vida

a este ir y transcurrir sin entender ni lo que somos,

ni dar lo que podemos por un mundo más justo

ni abrir de corazón una ventana a la confianza.

No ha de llamarse amor el no poder vivir sinceros

y a solas y ante todos admitir nuestro egoísmo.

Pero usted no fue así, usted no dijo

te quiero para mi, sólo quédate conmigo,

usted me dijo amar es simplemente acompañarnos,

más tarde debo ir a comprar leche en el mercado

y mañana dormiré a solas porque he trabajado mucho.

Usted, que no me amó con ese falso amor de libros

ni sólo con el cuerpo cuando ardía refulgiendo bajo el mío,

supo mejor que nadie que era todo lo posible,

que todo lo que tenía estaba allí sin nada a cambio,

que todo lo que dimos era cierto y era nuestro.

Por eso no me amó, porque era libre

y su amor era más bien el fiel contacto de dos seres,

la vieja creación que se repite en los sonrientes

y que saben que mañana hay que otra vez pagar las cuentas.

Por eso no me amó, porque ya amaba,

no sólo a mí ni a usted, más bien a todo el mundo,

sabía de los límites con que todos sobreviven

y aceptaba apacible cuando no eran negociables.

Así, si me besó, era con todo el fuego,

así, si me abrazó, la tierra entra puso adentro,

y anduvo lo que pudo con mi carga y mi destino

y acogedoramente dejó que fuera yo mismo entre sus brazos.

Y así nadie me amó, nadie me había amado,

y así pude entender que todo lo que queda es dar las gracias

por la eterna lección de lo fugaz de nuestros besos

y su infinito arder, que ya no cesa de alumbrarme.

Por eso no amo más, no al menos como en los manuales,

y así, si queda amor, el mío va por todas partes,

y, es cierto, no me amó, pero me ha enseñado a hacerlo

a ver que lo que existe o bien lo das o bien lo pierdes,

con amor o sin amor, y siempre es mejor amando,

contigo adentro y sin más voces en este tumulto

que las del mundo en que amaneces y al que llegas.

 

http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/

 

04 04 14

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