Mientras el Otoño llegaba

Darío Ernesto


 

Mientras la sabia de un viejo damasco dormía, dormía

Una mañana de abril la flor del  níspero asomaba

Reinaba  la calma de la llovizna y neblina

Un coro de sonidos, que solo dan las gotas al caer.

He sido en cada mañana el pequeño suspiro

Gozo y alegrías,

mi alma supo valorar

Pues así como el frutal hiberna,

Asimismo  es mi abrazo en  este instante de vida.

Y recordé a mi padre de paseo entre los surcos

y entre sus manos el perfume que dejan las flores blancas.

Otoño con sus cedrones aromáticos

Aun  los parrales  regalan solo su sombra

Ya las uvas viajaron, a las nostalgias

Recuerdos vividos imborrables en el tiempo.

Así,   hijo mío, habré sido

tan solo un destello, una flor un aroma

un pensamiento

Y la sabia que como un rio corre en mis venas,

dando vida e impulso a tus sueños

Le llegara el otoño, se quedaran dormidas  las manos, inmóviles

Pétreas y frías.

No obstante en cada primavera volveré

con el fruto  verde en flor

y recordaràs en cada racimo mi compartir,

Pues  la vida es  gagos y ramas productivas,

Y al pasar los años todo envejece

Hasta las  mismas vivaces raíces, origen de vida

Quedan en su sitio, sepultadas en lo profundo.

En  una cambiante naturaleza, abono y hojas secas,

Hundir las manos en la tierra madre,

por amar la vida, con todos sus aromas,

conquiste tus manitos tiernas y suaves,

ame ser tu refugio, ser el tutor amarrado con tus abrazos

y al pasar el tiempo  y las decadas

el tutor se quiebra,

y en el futuro el que  tu belleza alabe

de mi, se habrá olvidado.

¿Quien inquiere de un  viejo tutor, que partió a la hoguera?

Todo es natural y espontaneo,

vida y muerte

¡Inviernos crueles  y bellas primaveras!

 

Autor : Darío Ernesto Muñoz Sosa

 

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