"Tres lunas, dos soles"

Bastaron unos minutos para darme cuenta que me gustaba verle sonreír, tenía un hoyo en su mejilla derecha, y una manera particular de demostrar su cariño.

No posaba sus ojos con los míos, sé que no quiere comprometerse a sentir; le aterra la idea de que haya alguien que le enseñe a quererse y no sólo por tres lunas y dos soles.

El tiempo ha pasado, no es nada comparado a lo que fue antaño; ya sus abrazos no me dan calidez, en su lugar, un frío recorre mis vértebras inundando de duda todo lo que dentro siento.

Es hermosa, tanto así que duele, duele mirar la barrera que ahora cubre su verdadera belleza, el alma. Ha perdido la dirección, cree que el viento ha borrado mis huellas y que es casi imposible regresar.

Sus palabras son como rosas que crecen en el páramo, su actitud son alarmas de alerta para no intentar conquistar lo imposible; pero es que no me bastó sólo quererla por tres lunas y dos soles, no bastó cuando soñaba con estar a su lado en las tempestades donde no se sabe distinguir entre la luz y la oscuridad.

Tres lunas y dos soles me duró la sonrisa, y no es que pierda la fe, sólo se me ha olvidado cómo mantenerla. Si he de volver a caer que sea de nuevo a sus pies, como cuando jugábamos a ser dos enamoradas de lo absurdo, dos almas en un mismo ser.

Tres lunas y dos soles,
¿Regresará?