Y es que en cuestiones de amores, rara vez se gana.

"Y es que en cuestiones de tiempo, uno nunca gana.
Y en cuestiones de amores es rara la vez."

¿Quién no ha pensado desde su infancia,

que habrá un tiempo bueno, un amor verdadero?

¿Quizá aquel que no sabe del dolor?
Aquel que ha cerrado los ojos, para cuando los abra no encuentre nada,

quizá el cobarde o quizá el más valiente.

Es que esta falta de tiempo, hace que nos sobre el amor o quizá esta falta de amor hace que nos sobre el tiempo.

¿Será que a nosotros, los heridos nos cura el tiempo o nos hiere más?

Será que podría aliarse a aquellos que desean la más dulce aparición de un alma,

de un sueño, de una muerte.

Porque el tiempo siempre nos gana,
y uno nunca le gana al amor.

Y quien muere de tiempo, muere de viejo,
pero quien muere de amor, muere de noche, porque ella ha sido su fiel cómplice.

Porque la noche nos cubre con su velo oscuro para llorar y nadie más lo note, porque la noche es silenciosa como el amor de los condenados a morir de tiempo, del tiempo de esperar, de esperar, de esperar.
Y dicen que el amor nunca se cansa, que se cansa uno de esperarlo, es cierto,  y entonces nos hacemos viejos; viejos del alma, del cuerpo, del recuerdo.

Quien envejece por orgullo, de orgullo muere, mas quien envejece de amor,

de amor no muere, ah! que paradójica es la vida. Cuanto más das menos recibes.
Pero lamentablemente, no me canso de dar.

¿Quizá somos un caso perdido
o es qué sólo estamos asqueados de la política del tiempo y del amor?

Y caminamos despacio,
y nos volvemos fieles sepultureros de nuestras vidas.

De esta vida que creemos tener,
de esta vida que no nos late.

Y estos malditos gestos asustados de la vida se nos han clavado en la mirada,

en esa solitaria mirada que tenemos ya perdida.

Y es que en cuestiones de amores rara vez se gana,
por eso mi vida, somos  pocos los que sabemos perder.