¿Por qué clavaste en mí tu aleve flecha,
que más que de la Muerte la guadaña
al alma humana con su punta daña,
y déjala, cruel niño, más deshecha?
¿No oyes acaso mi constante endecha
ni mi terco llorar, que en vano baña
este horrible desierto al que una huraña
belleza me empujó en nefasta fecha?
Pues tanto he sido y soy de ti devoto,
alado infante ciego mas certero
al que adorando me hallará la Parca,
sé generoso con mi pecho roto
también hiriendo al ángel al que quiero,
sañudo dios, tiránico monarca.
Osvaldo de Luis
Comentarios3
Hermoso soneto para un travieso Cupido, que va y viene por ahí soltando sus flechas, sin fijarse a quien clava su amor, hiriendo de amor, desde hoy y para siempre.
Muy hermoso tu soneto, bienvenido a poemas del alma.
Un abrazo.
Muchas gracias, Pedro.
He estado meditando sobre este soneto: lo encuentro perfecto, fondo y forma.
Muchas gracias, señor Larrea. Es usted muy amable. Me alegra comprobar que alguien lee los primeros poemas que publiqué en este foro.
Un saludo cordial.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar [email protected] Regístrate aquí o si ya estás [email protected], logueate aquí.