Una cuenta pendiente I - Relato

Héctor(micorazón)

EL PRESTAMO

 

-Año de 1991, -cuenta el anciano-.

Era un día tranquilo, había transcurrido con normalidad, y como de costumbre llegado el fin de semana después de terminada la jornada laboral, salimos con un amigo con dirección a la barra “La fragata”.  Allí después de unos cuantos tragos apareció Celedonio.

Pensé que se quedaría con nosotros, pero, solo llegó a solicitarnos prestados cien sucres que necesitaba de urgencia, según supo decir.  Al menos yo me negué, aunque los tenía, no solía presta fácilmente servicios a nadie y menos de dinero, mi amigo lo miró y de inmediato saco cinco billetes y conto: veinte, cuarenta, sesenta, ochenta, cien.

 

Dos cosas en particular prefiero

hacer para problemas evitar:

la una; no tomar prestado dinero,

la otra; nunca mi dinero prestar.

 

No entiendo, cómo es que Celedonio aceptó el dinero...

Ese día yo pensaba;  o este es muy ingenuo, o es muy avezado, de quién recibe este dinero, parece que no conoce a nuestro amigo. En fin el préstamo se concretó, quedó en pagar dentro de un mes. Debo aclarar que mi compañero era un tipo sanguinario, tenía en su cuenta unos cuantos, no eran pocos te lo aseguro.

 

Caminábamos juntos, trabajábamos juntos, compartíamos las copas hasta cierto punto, el me respetaba y aun así yo cuidaba mis espaldas, no me fiaba, ya conocía por su actitud cuando algo tramaba, o cuando había cometido un crimen, y es que después de tanto tiempo llegó a hacerlo por placer nada mas, bastaba con que alguno le mirase mal  para descargarle las ocho balas de su pistola y con una risa de ultratumba festejarlo.

 

Lo poco que uno conoce a la gente

debe llevarlo a pensar con cuidado

cada vez que tiene a alguien en frente,

que el hombre tiende más a ser malvado.

 

Pasaron los días y llego el momento, había pasado exactamente un mes y con mucha calma lo busco y al no aparecer, fue hasta la casa de “Celedonio” y le dijo a la señora que le recibió: Dígale que por ahí escuché decir que no me iba a pagar, y que si molestaba tanto, me iba a buscar para matarme. Así que por aquí vine, para ver si me pagaba o me mataba.

 

El hombre había salido huyendo, en aquella época era muy común ver como las montañas eran habitadas y eventualmente los árboles talados para tomar posesión de los terrenos, muchos adquirieron así grandes extensiones de tierra. Así nuestro amigo huyo a las montañas, según me enteré, el carro lo dejaba hasta cierto lugar de allí en adelante se veía obligado a caminar durante seis largas horas, por aquel camino que era un desierto prácticamente, donde solo se percibía el murmullo del viento y mientras más se adentraba uno, podía escuchar el rugido del tigre que merodeaba por toda la montaña, los venados que salían en tropel al ver el caminante que no se detenía.

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  • Autor: Manny (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 20 de octubre de 2013 a las 05:57
  • Comentario del autor sobre el poema: Una historia mas de esas que se dan en mi pueblo esta es una de tres no quiero cansarles con tanta letra. Aquí la historia de Una deuda que marcó mucho a un amigo mío, hoy ya anciano.
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 174
  • Usuario favorito de este poema: El Hombre de la Rosa.
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Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Hermosa la lectura de tu grato poema amigo Manny
    Feliz día de nuestras madres queridas.
    Saludos de afecto y amistad
    Críspulo tu amigo



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