LÁGRIMA EN PERLAS

¡Ey!, ¿Por qué oigo un susurro entre arbustos?

¿Qué es, me parece que es un llanto?

Porque de hoja en hoja una perla cae en mi mano a gusto,

Mis palmas de la mano entre tanto encanto,

Manifiesta inseguridad y por eso en verdad me asusto.

¿No hay en verdad ahí, de quien es el llanto?

¡Será que en vez de llorar es que canta!

No es el silencio que me trae al tanto,

Es la perla de cristal salado que me encanta.

¡Lágrimas en perlas, dime de dónde caes!

No es tan solamente burlarme quiero,

Es para saber si en verdad lo traes

Y si se llora, es lo que yo no espero.

Ese encanto me trae presentimiento al alma

Y mi espíritu trata de traer solvencia

Haciendo que de entre los arbustos haya calma,

En quien llora, como si no hubiera ciencia.

Haya calma que la firme paz se trae,

En el puño de la mano una pluma habla,

En cuatro leras que en mal actitud se rae,

Borrando o formando AMOR, tu llanto entabla.

¡Ajajay! ya te caché oh llanto,

 Que entre hojas del arbusto sales,

Con que razón a persona en mi encanto

Aquí no miro, pero de ese arbusto sé que sales.

Porque el susurro del viento es el que oía

Y no era lágrima, la perla del sudor,

Pensé que el llanto por dolor solía,

Era por el bosque del leñador,

Y el arbusto único que existía,

No lloraba, mas sudaba por el calor

Que daba el sol cuando salía.

Al consumirse los últimos árboles el leñador,

Se fue tan lejos en busca de arroyo que no encontró,

Era pequeño el arbusto cuando llegaba el hombre destructor,

Que como leñador, del pequeño arbusto provecho no gozó,

Sobrante del agua, sobre sus hojas derramaba el leñador.

He allí, en perla de sudor y no de lágrimas,

De las hojas del arbusto en mis manos me caía,

Yo en busca con angustias y ánimas,

Entendí que el arbusto un bosque me pedía. 

Fui corriendo tan lejos como el hombre leñador,

No en busca de arroyo solamente,

Mas en busca de semilla con pudor,

Hallé de todo para un bosque que al medio ambiente,

Necesita un hombre de la naturaleza defensor.

Deja antes que en sudor o lágrimas tu mano convierta,

De un arbusto un bosque grande el arroyo salga,

Y el mal leñador que no más despierte su mente atenta,

En vez de arrancar siembre en el arroyo algas,

Y al centro del bosque una ninfa atenta,

En guardar el arroyo y bosque, para el aire y sol que salga.

Por una mejor vida al medio ambiente

Desde el corazón del poeta del alma

Rolfin Ayala

28/10/1993