Cansados, muy cansados, los pies ya no obedecen.
Cansado, muy cansado, el corazón naufraga.
Larga fue la andadura aunque la siento breve
cuando ahora la contemplo desde lomas lejanas.
Un deambular diverso, de erráticos vaivenes,
de afables armonías y ásperas disonancias,
de presencias y ausencias, de eriales y vergeles...
Así ve mi camino mi mente avejentada.
Una vida agitada entre humanos torrentes
que azarosas ventiscas implacables arrastran
por este turbio mundo que creó nuestra especie:
este caos absurdo de danzas alienadas.
Con claridad percibo, en mi edad decadente,
que hubo frutos y espinas, savias dulces y amargas
en aquellas praderas de ilusionantes verdes
que en instantes muy breves poblaron esperanzas.
Y tiempos encrespados de turbiones hirientes
que a su paso dejaron frondas desarboladas
en las simas profundas de mi intelecto inerme
sembrando cicatrices como estelas de lava.
Nada nuevo en esencia. Ni nada sorprendente.
Mi efímero viaje, de trascendencia falsa,
por este astro perdido en un cosmos ingente
es aún más diminuto que un átomo de nada.
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Autor:
Alberto Moll (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 7 de octubre de 2013 a las 10:26
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 61
- Usuario favorito de este poema: El Hombre de la Rosa.
Offline)
Comentarios2
Excelente introspección de la efímero que es nuestro paso por este mundo.
Saludos 🙂
Muchas gracias por tu positiva opinión. Lo efímero de nuestra vida y la fugacidad del tiempo son temas que podrás encontrar en algunas otras composiciones mías, pues me resultan a veces hasta un poco obsesivos.
Saludos.
Cuando un poeta escribe con pasión su alma borda el poema amigo Alberto Moll
Grata la lectura de tus versos.
Críspulo el de la Rosa
Celebro que te haya gustado también esta composición, amigo Críspulo. Muchas gracias.
Cordiales saludos.
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