Suicidio en la calle 27.

Paolo Panizzo

Iba caminando solitario en el gentio,

con el peso en el alma,

mas que sobre los hombros,

 

Sus ojos iban borrosos,

casi indescifrables,

 

Dejaba una estela helada,

como si lo acompañase

el más frio de los inviernos,

 

Pero iba solitario, con el peso

en el alma,

 

Yo lo ví al doblar la esquina,

más el no advirtio

de mi presencia,

 

Andaba como perseguido

por el viento,

 

Lo seguí tremulo,

pero el seguia, tenue, 

de aire melancolico,

 

Nadie mas lo vio,

o al menos no divisaron,

lo que recitaba esa mirada,

 

Los árboles esa tarde

suspiraban, como los ancianos

suspiran ya cansados;

 

El seguía caminando

sin dirección aparente,

caminaba, frágil, cansado...

 

Paso al lado de un hermosa

jovenzuela, ella lo miró

más el

 

Prosiguio con la mirada en uno

de esos tantos horizontes

que nos deja la niñez,

 

Cruzó a la siguiente acera,

y yo lo seguía tremulo,

casi temblando...

 

Llegó a la calle 26,

se paró un rato y suspiró,

quizá como lo hace un niño,

 

Se quedó algún rato pensando,

y yo escondido en una esquina...

 

Y como golpeado por un rayo,

prosiguio su caminata,

 

Ésta vez íba algo más rápido,

como asustado,

como perseguido por algo,

 

Yo íba detrás de el,

como hipnotizado,

tal vez, como poseido...

 

Llegó a la calle 27,

y se volvió a detener,

pero solo un momento,

 

Y como golpeado por un rayo,

se dirigió a un pequeño

edificio de 7 pisos,

 

Que más tenía el apecto

de un colegio,

 

Subió las escaleras,

estrepitosamente rápido,

 

Y yo íba agitado detrás de el,

pero el no advertía de mi,

o tal vez si...

 

Llegó al pico de aquel edificio,

caminó lento hacia el borde,

lento, pero con seguridad,

 

Miró unos segundos el piso,

sin vertigo alguno,

más bien con naturalidad,

 

Cuando derrepente voltea,

y me inyecta en los ojos,

la tristeza de su mirada,

 

Como piediendo perdón,

o ayuda, no lo se, o tal vez

lo se a ciegas,

 

Me miró largo rato,

un trozo de lluvia deslindoze

por su rostro,

 

Y así como cae una pluma

del cielo,

 

Dejosé caer al vacio,

que más bien estaba lleno,

de tan poco,

 

Yo corrí hacía el borde,

y me sorprendió el espetáculo,

 

Todo se oscureció, y el sol murió

como asesinado por alguien,

 

Más llamo mi atención,

que aquel chico vestía mi ropa,

 

Y me sorprendió un riachuelo de sangre

que nacía detrás de mi 

cabeza,

 

Mis ojos llenaronse de lágrimas,

al notarme desde arriba a mi

mismo.

 

Y logré ver en mis ojos el dolor,

de que quien se mata,

ya estando muerto.

 

En fin, no hay más inicio que el nacer,

y no hay mas fin que la muerte,

Eso es todo.

  • Autor: Paolo Panizzo (Offline Offline)
  • Publicado: 15 de septiembre de 2013 a las 19:20
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 60
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales


Comentarios4

  • Flory Saved

    Gran sentimiento....
    Muy bello la verdad.

    • Paolo Panizzo

      Muchas gracias...

    • Peregrina

      Ufff amigo, está grueso! Estrujante.

      Saludos amistosos de
      Peregrina

    • Saba But

      ''Y logré ver en mis ojos el dolor,
      de que quien se mata,
      ya estando muerto''...

      Hermoso.

      Saludos y Besos con cariño.
      SABA:::

      • Paolo Panizzo

        Saludos y besos para ti.

      • Alma Desnuda

        Escapar al morir, muchos huyen de esa manera,
        La valentía de vivir en este mundo de fieras
        A pesar de los dolores es una experiencia intensa

        Pude mientras leía ver como una película, cada paso hasta su triste final, me hubiese gustado detenerlo, abrazarlo y dicerle aquí estoy.

        • Paolo Panizzo

          A veces solo se necesita eso, que alguien te diga "Aquí estoy".



        Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.