Persecución Acabada

Raúl D'lacroix

A tormento de mí mismo; te amo.

Eres tan vana como hermosa, y me dice celoso, el orgullo:

<< ¿Para esto esperas? Gusto mezquino que es el tuyo,

pues te vendes a la mercante vanidosa que solo te mira en el estante,

que suntuosa, supone de conocer belleza y alma.>>

 

Pero me sentencia la esperanza, tenebrosa y escéptica

de exponer mi corazón; que lo cortes de tajo con tu boca,

con tus ojos verdes de quimera, que lo devores;

y me desmorone en el vacio entre tus muslos

con antojo alucinado de infante con juguete nuevo.

 

Muda arrullas tu traición…sólo extinta mi melodía más dulce te envuelve;

pretendo tu soledad ambulante en tierra de lágrimas,

de la mano escolta trágica su andar de anciana,

cortejo incompleto, tu vida indigente debajo de los escombros

de tus sueños incompletos.

 

Inmadura niña, sonrisa de mujer, arte en caricias;

cuerpo rudimentario y lengua de adversario;

en halagos rondas y te enamoras,

apresas un amor ilusorio y despiadado.

 

Sombra eres: curva y seductora, piel de arena olor durazno,

labios húmedos y aliento a espinas,

besas hasta extirpar sangre y expirar con saliva,

muerte conversada, estridente e irreversible.

 

No sacias y agonizas,

indecisión ondulante, que se extiende en mentiras de serpiente,

dama menguada, señorita pretendida.

A tormento de ti misma,

amo tu ojos lejanos y alma distraída.

 

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  • Autor: D'lacroix (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 12 de septiembre de 2013 a las 21:18
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 76
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