LOS OJOS DEL VIEJO (Poema cuento)

Nicolas Ferreira Lamaita

Los ojos del viejo, de andar suave y lento,

cansino, pausado, llenos de silencios,

Lucen apagados sin brillo, sin fuerza,

no viendo distancias, cercanas o lejos.

 

Cual viejo marino, desde su torreta

otea horizontes, entrecierra sus parpados,

como si quisiera mirar a lo lejos 

difusas figuras, lejanas ausencias

que al pasar los años, emigradas fueron.

 

Cuanta vida vieron llegar a este mundo,

los ojos del viejo, cuanta húmeda lagrima

sus ojos vertieron despidiendo afectos

que lo precedieron. Los ojos del viejo.

 

Parecen estar, hoy llenos de olvido

de ausentes vacíos partidas destierros,

desprecio, egoísmo, mas el, bien lo sabe

en su fuero intimo, lo colman recuerdos.

 

Los ojos del viejo, ya no ven distancias

y cuando camina haciendo ejercicio

poniendo cuidado. Más bien mira al suelo.

 

Recordar no puede, lo de hace momentos,

mas en su memoria mantiene guardados

paisajes, amigos, canciones y novias

historias, poemas, por el recitados.

¡No, una sola frase, Sí, de cabo a rabo!!.

 

Y el viejo entrecierra, sus ojos cansados.

Cansados de años, cansados de tiempo,

Enjuga una lagrima, recita  en silencio

aquellos poemas cargados de sueños.

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“Desde la ventana de un casucho viejo

abierta en verano, cerrada en invierno

por vidrios verdosos y plomos espesos,

una salmantina de rubio cabello

y ojos que parecen pedazos de cielo,

mientas la costura mezcla con el rezo,

ve todas las tardes pasar en silencio

los seminaristas que van de paseo”.

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Y así van llegando, en tropel los versos.

Los viejos poemas que antaño dijera.

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La piqueta al hombro

El sepulturero

Cantando entre dientes

Se perdió a lo lejos

La noche se entraba.

Reinaba el silencio.

Perdido en la sombra,

Medite un momento.

 

“¡Dios Mio, que solos

Se quedan los muertos!!.

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Y emulando a Bécquer en su letanía,

Enjugan otra lágrima, sus ojos de viejo,

diciendo en silencio.

 

¡Dios Mio!, que solos,

¡Que solos y tristes

Quedamos los viejos!!.

 

De pronto a su oído llegaron las risas

caritas rosadas rodeando al abuelo

Y se iluminaron sus ojos de viejo

cariñosamente abrazo a sus nietos

diciendo al momento;

 

¡Dios mío!! Gracias,

Después de todo,

No estamos tan solos,

Tan solos los viejos.

 

 

                      Nicolás Ferreira Lamaita.

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Comentarios2

  • VOZDETRUENO

    Lindo poema, narrativa de la experiencia y la huella del paso del tiempo.

    Un abrazo

  • Nicolas Ferreira Lamaita

    Gracias por tu generoso comentario. Un abrazo.



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