Una noche en el bar

Sentada en un café, encendía un cigarrillo, las espirales, se entremezclaban en las conversaciones del bar, gente un poco ruidosa y ebria.Consentía el barman, a sus clientes, sabía que al final de la noche, le dejarían una buena propina, Maira, era una mujer un tanto extravagante, en su forma de vestir, no pasaba desapercibida, eso fue de siempre, motivo de algunas críticas de su familia. Sin embargo, hacía algún tiempo, que se había apartado de esos problemas y vivía a acorde a su forma de ser. Callada y reservada, esa noche, se le acercó un hombre de baja estatura, pidiéndole que se corriera, ya que había quedado un asiento libre. Es amable y le dice si es nueva en el pueblo, ya que no la había visto. Esta contesta que vivía en el campo, en la casa de una tía vieja, que cuando murió, no tenía hijos, y en eso andaba, criando algunas gallinas, que vendía en el pueblo. Tenía una pequeña huerta y no era necesario mucho para su sustento.

Asimismo, algunas veces, salía y se acercaba al bar, a escuchar música, había un pianista que también cantaba baladas y cuando el venía, ella se ponía su vestido negro, algo ajustado, para los kilos que llevaba de más, pero no le importaba, se daba sus gustos. El hombre pequeño, la invitó a bailar, ella de tacones, era un poco incómodo, de que la llevara, mas no rehusa.

Bailan suavemente y él le sustrae de la cabeza, una flor, era un mago, escapado del circo, que andaba de gira. El le cuenta una historia un poco triste, había quedado casi ciego, en una oportunidad, y se salva de milagro. Realizó una promesa, que si volvía a ver realizaría su sueño que era ser mago.