Retrógrado.

No pretendo sentirme así. Si la casa se cae a pedazos;
si los sueños se desdoblan su sublime origen;
si el alimento, la mesa, el agua, la higiene
se arraigan a mi como un monótono fantasma
que sólo subsiste por añadidura, no podré acechar 
la fresca vanidad da la esperanza ni los ríos ávidos,
ni el pétalo sumiso y cabizbajo de una flor en verano.

Juro que no pretendo sentirme así. El hecho de que los bálsamos
o el arte sean más humanos que los órganos o las catarsis,
me rompe; me da una felicidad que surge de las calles embrujadas
o los cantos sonoros del vacío.

Yo soy lo que amo cuando no soy correspondido, 
soy ese vano ser desnudo ante lo complejo,
los vademécum y las normas de seguridad,
soy, y ese es el absoluto más caótico.

¿Dónde debo hallar esa elegancia que uno posee
cuando los espejos retrógrados te hablan de verdades
que debieran ser confidenciales?

Los valores de hacer lo correcto; lo acertado; lo debido
necesitan el culto del filan-tropismo, no deben ser
valores tanteando la vida, porque
Lo correcto, 
lo acertado, 
lo debido también hace llorar;
También es una ironía;
También te puede matar.

He cometido muchos errores; cada uno ha sido necesario. Por eso no 
les tengo asco ni culpa. Los amo como como las tristes 
criaturas que son.

No pretendo sentirme así
teniendo a mano tanta libertad
y, terminar abrazando
con la ternura que nunca sentí
a cada esquina de ésta habitación.