RELATO -LA LOLITA

luisa leston celorio


AVISO DE AUSENCIA DE luisa leston celorio

Os saludo amigos.
Intentaré entrar más a menudo aunque no sea tanto como deseo.
Por razones de problemas visuales no puedo estar en el ordenador, por esa razón no podré hacer muchos comentarios, pero abrí para intentar comunicarme poco a poco con todos ustedes porque os hecho mucho de menos.
Un abrazo.

 

Esbelta era Lolita, de melena morena, ondulada, muy

bien cuidada, y ojos negros como el azabache. Tenía una

chispa de alegría en su mirada que hasta el alma llegaba.

Aquella niña candorosa y apasionada desprendía ternura,

y sus labios eran bien perfilados y muy sensuales. No

necesitaba carmín ni pintura alguna. La lozanía y juventud

de aquella criatura provocaban admiración.

¡Que poco le duró su pureza y candor!

No fue una dama principal, sólo una triste ama de casa

que a este estado llegó obligada por su madre que pensaba

que de esta manera la protegería de la vergüenza de tener

que por hambre vender su cuerpo allá por la ensenada.

Su esposo, bastante mayor, carecía de atractivo alguno

pero era hombre de recursos para ganarse la vida. En aquellos

tiempos tan infaustos, era lo mejor que a la familia le

venía.

Desposada la muchacha con un hombre de tan poco

atractivo, se sentía desolada. Al llegar la noche sentía

correr por su cuerpo un escalofrío. El temor y el pudor la

superaban, por lo que se negaba a ir con él para la cama.

Mas quiso el infortunio que su marido no fuese un

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caballero, ya que aprovechando la juventud y buena

estampa de su esposa, la puso a trabajar de manera no muy

honrosa.

Por eso no replicaba el marido. Esperaba de ella cosas

más importantes, como venderla por el puerto a los oficiales

marinos, que eran los que manejaban buenos reales.

Mientras él recaudaba bienes en abundancia, a aquella

criatura se la sacrificaba en aquello de lo que su madre

deseó librarla.

De nada sirvieron lamentos, lágrimas ni palabras, aquel

esposo indeseable, bien vivía de chulearla sin dar palo al agua.

No mucho tiempo pasó, hasta que un oficial la conoció

y de ella quedó prendado, y hablando con el marido hizo

un trato. Al gandul buenos beneficios le trajo. Tal trato fue,

que no mandara a su esposa por los camarotes de los barcos.

Él le costearía todo el dinero que ella entregando su

cuerpo a otros ganaría.

Así la buena Lolita se quedó liberada de ser la más preciada

y cara “cortesana.”

Aquel hombre que la liberó de tan amarga vida, la trataba

con tanta delicadeza, que de día en día sentía que de

él se enamoraba.

Pronto el marido le exigía que con otros hombres se

acostase. ¡Había hecho un buen fichaje! ya que aquel sueldo

lo tenía seguro.

Con el tiempo la muchacha había aprendido a no tenerle

miedo e intentó escapar de su nido.

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Pero ¡Oh desgracia la suya! Encinta se había quedado, y

aquel marino no podía hacerla su esposa, ya que estaba

casado.

Logró con gran esfuerzo librarse de los deseos de su

marido. Él, le puso como condición, que el bebé llevase su

apellido y ella proclamara que de su esposo era la criatura,

a pesar de saber que el oficial era el padre.

Pasado el embarazo, volvió a la carga. Quería de nuevo

que la joven por los barcos volviera, diciéndole al protector

que ahora tenía que alimentar a una niña. El oficial

estando seguro de que era suya la criatura, decidió hacerse

cargo de su crianza pero esto no fue bastante, ya que el

marido quería el peculio y recurrió al chantaje de los

malos tratos a cambio de más dinero.

Ella ya tenía por quien luchar en la vida, así que sacó

de su flaqueza fuerza y se defendió de tal tortura.

Aquel hombre desaprensivo no quería dar escándalos

ya que por la vida iba de cornudo y apaleado. Decía que

tanto a su esposa amaba, que le consentía las traiciones, y

más ahora que ya tenían una hija que necesita de sus cuidados.

Al fin y al cabo, ella era muy joven, y si lo cuidaba

se conformaba.

Él pensaba que con estos engaños al pueblo tenía a sus

pies rendido, y que en vez de acusarle a él como proxeneta

mantenido, a ella la verían como una vulgar ramera. De

todo había. La gente estaba dividida, aunque más eran los

que de ella se compadecían y a él y a su madre maldecían.

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Una nueva desdicha llegó a aquel hogar en el que

desde que la niña nació más felices eran, ya que ella sólo

era amante fiel de aquel hombre que la respetaba y una

hija le había dado. Este era el mejor de los regalos a pesar

de haber sacrificado su nombre y apellidos, ya que las

leyes así lo exigían y su esposo, de esa manera, la tenía

retenida.

No, no fue una alegría, el saberse de nuevo embarazada,

ya que de miedo la llenaba la reacción de aquel hombre

que la tenía secuestrada.

Al enterase el oficial, deseó buscar solución; un piso les

pondría allá donde mejor les viniese y de su esposo la liberaría.

El esposo se dio cuenta de que se acabaría el negocio;

así que decidió tomar medidas y en casa la encerró.

Alguien había traicionado al oficial, que ayuda había buscado

para a su amada e hijos de aquel hombre liberar.

Mientras el marino estaba en alta mar, el desvergonzado

marido, obligada llevó a su esposa a extirpar al bebe de

sus entrañas, chantajeándola con que a su hija le quitaría

poniéndole una denuncia por ser mala madre y una adúltera

prostituta.

Él no asistió con ella al martirio que le había escogido.

Fue su madre, de manera que a la anciana también la hundió

en la miseria, y ahora para ella sería el martirio.

Al bebé, sí se lo arrebató, y con él, a ella le quito la

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vida, ya que de aquel infierno a donde la mandó no salió

con vida.

Pocos fueron a su entierro, ya que era según ellos, una

desbravada que no supo poner fin a esa vida de pecado,

mas pronto se olvidaron del causante de tanto daño.

No hubo rezos ni responso en la Iglesia, ya que en ella

no pudo entrar, porque dijo el Señor Cura que aquella alma

podrida ya estaba condenada.

Fue enterrada en sepultura sin bendición alguna. Sólo

las oraciones, lágrimas y lamentos de unas pocas persona

verdaderamente piadosas la acompañaron y a Dios por ella

rogaron.

Se le acabó la paga al más rufián de los rufianes; quien

bien lo conocía lo despreciaba pero a él eso poco más le

daba. Quien dudaba de si era cierto lo que de él se decía,

con cierto respeto lo trataban, pues sabían que muy buenas

artes no gastaba, que para vivir sin trabajar de cualquier

cosa se servía, así que más valía estar a bien con el diablo

que tenerlo como enemigo dándole la espalda.

La anciana durante años fue su criada. Bien vestido,

bien cuidado, por el pueblo se paseaba. La abuela, también

de la niña cuidaba hasta que él encontró otra nueva criada.

Su desdicha fue que la pequeña que tanto a su madre y

abuela quería, no se sentía feliz con su nueva esclava. Así

que aquella criatura un mal camino tomó, y sin remisión él

ya anciano vio cómo con el tiempo la joven, de malos

camellos se acompañó.

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Lolita, ¡Qué infortunio el tuyo! ¡Qué poco te duró tu

pureza y candor!

Así clamaban aquellos que bien la conocían, que veían

cómo su criatura por el mal camino se conducía, mientras

su corruptor, al final de su vida, de nada se arrepentía.

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Autora: Escapitina –Luisa Lestón Celorio

Del libro -DE CORAZÓN- Editorial Arcibel Editores- 

  • Autor: ESCAPITINA -Luisa Lestón Celorio (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 1 de junio de 2013 a las 11:19
  • Comentario del autor sobre el poema: Este relato pertenece a mi libro de poemas. En las últimas paginas inserté unos relatos breves escrito con cierta dolorosa ironía.
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 157
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