UN POEMA SIN NOMBRE

JULIO CASATI



Como fiera apacible y salvaje

La Abarcaba sin tocarla,

Siempre por su cintura,

Ese lugar donde dividirla En frágiles pedazos y

Mirándole lentamente a la boca

Besar sus ojos de color cambiante

Según cantara el viento.

Bailábamos a escondidas,

Entre la multitud, porque sabíamos

Que el sol, giraba sobre nuestros pasos,

Marcando un silencio de destino.

Y nunca, ese era el juego, nos hablábamos

Sin escribir al menos cien poemas

Después de crear sumergidos ambos,

Algún maremoto.

Nuestros encuentros eran, como pueden comprender,

Largos y esperados, taciturnos y atolondrados

Como amor de continentes separados.

 

Amábamos la distancia, esa precisa medida

De la puntuación.

Escrupulosos, calculábamos en duras

Conversaciones con el diccionario

Un acento tendido al sol

Y después inventábamos cualquier palabra,

 

Conocíamos algún secreto,

Por eso moríamos por morir en cada frase

Y reíamos de futuros encuentros.

 

Nos encontramos, recuerdo,

La primera vez en un desván,

Un viejo desván de madera y suelo crujiente

Con nuestros cuerpos alborotados por la pasión.

Aún, creo yo, crepita aquel recuerdo , aquel amor.

Ella jugaba con mis arrugas pronunciadas

De sabiduría torpe y yo, joven a su lado,

Con el borde de mis labios, buscaba los suyos,

Insolentemente hermosos, rojos y profundos.

De mirada altiva y quebrada sonrisa de

Mujer lenta y de precisa  belleza,

Me buscaba siempre en la sombra,

A baja temperatura,

Para hacerme crecer entre sus manos

Al calor de sus versos.

Yo, truhan y mentiroso de años,

Cruzaba despacio los rincones

Esperando seguirla en sus quiebros.

Éramos grandes bailarines del eco,

Una sílaba alcanzaba para mantener ese fuego,

Una frase ya inventaba nuevas historias:

¡Me lo debes!...decía…

Y seguía escribiendo para esconder sus labios en versos,

Su cintura en estrofas, su cuerpo…en un silencio,

En un nuevo baile, con música de fondo

Tocada por ciertos angeles.

 

Un día de otoño cálido,

No recuerdo el continente,

Nos encontramos para olvidar,

Y ahí comenzó un nuevo verso.

Le leía lento mis poemas y

Ella besaba mis manos inquietas,

Rozándome las mejillas en un gesto de amor.

Y cuando me pedía que la tomara entonces,

 Acariciando las hojas de sus poemas

y en voz alta, cruzaba milenios de relámpago y

Atronaba junto a sus sienes

A todos los poetas en una sola conjunción,

¡Calla, calla! y ámame, decía…

Y entonces cerraba todos los libros….

Gritaba de memoria un verso inventado al azar,

Un verso de aire y fuego

Que nadie, nadie…. jamás escribiría.

 

JULIO CASATI

  • Autor: JULIO CASATI (Offline Offline)
  • Publicado: 5 de mayo de 2013 a las 10:19
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 96
  • Usuarios favoritos de este poema: DAMSYD, fitobaptista.
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