Música, Morquecho.

Sandro Tovar

¡Calla  música Morquecho!

Que temprano era, como las cinco de la mañana, y ya nunca regresé, cuando no se sabe si empiezas o ya volviste a tropezar, o si ya de plano mejor de ahí  te vas para abajo. El chiste es seguirla luego pasa el tiempo y un día todo se detiene, lo poco que puedes pensar es que nada vale la pena, que da igual aquí que allá, y te sigues caminando sin rumbo, sin encontrar un recoveco al camino que nunca ha de detenerse, que no tiene marcha atrás. El camino de la perdición.

Me llamo Francisco y no soy santo, por que a veces el diablo se levanta temprano, nos despierta con una sonrisa mágica e invita las primeras ideas de perversión, así somos cuando estamos al borde del abismo, y ese borde lo hacemos tan pequeño, como el borde de este vaso de alcohol, después cualquier cosa es buena, cuando ya nadie te espera, cuando nadie sueña contigo, así sea en pesadillas, cuando dejas de hacerte cara de niño y te conviertes en un indigente sucio y silencioso.

Solo, sin amor. Sin nadie. Amor desconocido, de mirada sofocante. Ese soy yo.

Temprano se despierta mi ciudad también, en su plaza se mezclan las personas en un ir y venir, al momento todos deambulan ante mis ojos de vidrio muerto, opaco y obsceno, ojos que en su abrir y cerrar lloran el dolor de existir. Es cualquier hora, es cualquier día, de cualquier año, que importa, este es un mundo que marea de tanto girar... Recuerdos, puros recuerdos.

Como esto que te cuento Morquecho. –Sirveme una copa-.

Hace mucho de todo aquello, de las cosas bonitas y de cuando tenia algo en que creer, cuando venia de lejos el silbido que me alertaba como si fuera un tren que no existía, también estaba aquel frío que me mataba en silencio, y toda esa gente que venia a robarme lo que había atesorado y que era mío, cuando se transfiguraba el color en un espejo, y retumbaba la campana de la catedral, ahí donde creía que vivía dios, cuando tenia todo y nada. Eso, de cuando era menos que nada y no temía. Pero entonces mi traje relucía en perfecta estampa. Así era yo, tan joven y hermoso, como lo fui un día. Un padrote de la vecindad de junto hombre, y de todo aquello solo queda el traje, que ya nunca me quite, mas que cuando camine al borde de las olas, fue en la época de mis principios como vagabundo, creía entonces que en ese lugar podría lucir mi figura brillante de porquería, pero el calor me desnudó en un momento y ya no era un mendigo de categoría, por que me faltaba mi traje de colores, y su inaguantable olor a meados y sudor, si, hoy suena todo diferente y es extraño, y al mismo tiempo todo ha terminado. O no acaba nunca de terminar quizá. Nunca se sabe, a menos que quieras saberlo.

Te digo. -Sírveme otra copa, y te cuento-.

Camino, voy hasta el salón que me recuerda algo que ya no entiendo, un baile, el talle de una bella mujer, y en esa dulzura de pensamientos me imagino nuevamente rotando el aire, viciando la penumbra de besos y altercados entre aquellas putas mías, mis diez putas que eran mías, mías mis putas, mías, solo mías Morquecho.

Cierro el puño para ver mi tesoro nuevamente pero cuando abro ya no están, ha, es el tiempo que las mata siempre, y se las lleva de mí, entonces se me hacia bello todo, según recuerdo, desbordaba juventud cuando me enredaba entre sus piernas de algodón, sublime acariciar de entretelas y organdí. Y aun así no era nada, no era nadie, ellas tenían su mundo, un mundo mágico de hollín, entrañas y hedor encerrados en su magia, olían a cigarrillo y alcohol, lo traían metido en la médula, pero aun así sin ser felices trataban de contentarme siempre, me tenían altivo y bien vestido, y su rostro despintado a veces me mostraba un mundo diferente y calido, su mundo que amanecía con el corazón lleno de esperanzas, tenían corazón aquellas, y reían sin miedo, pero no sabían mas nada, las engañaba siempre claro, les contaba fantasías de otro lado, de alguna crueldad que hacia o de alguna cosa que me quedara bien, y me creían Morquecho, se llevaban las manos al rostro ante los peligros que había afuera y después se reían, esperaban la verdad, una que jamás les dije, me querían tanto, que todas juntas hacían que tuviera fuerza para defenderlas, y el amor parecía tan real, que un día quise trasformar su amor, convertirlo en algo digno, algo que se pareciera al que emana entre las parejas que deambulan este parque, pero no se puede Morquecho, la noche las llevaba hasta ahogarlas y perderlas, después se les olvidaba todo, incluso que ese amor es en esencia desdichado y no comprende que exista otro amor, otras mujeres en otro mundo, el amor que ostentan las enamoradas y que si es diferente y puro, aunque dos mujeres enamoradas no podrán jamás estar juntas con un hombre, pero diez putas si, por que no conocen mas que el dolor, su manera es diferente y comprenden la razón de todo, tu razón y su razón se juntan para hacer un circulo que se cierra y se abre sin esperar a nadie. Como mi puño que abro y cierro sin entender que solo hay aire con recuerdos. –Sírveme otra copa, por favor-.

La vida entre ellas era insulsa, pero armoniosa, hubo noches en que el baile sacudía un frenesí, y en cualquier momento nacía el deseo, y con todo eso mezclado, a veces llegue a sentir un poco de cariño por alguna, pero me quería mas a mi, no había nadie antes que yo, ni mejor, creía que todo giraba en torno mío, así que las dejaba en paz en su mundillo, que era sin saberlo, el mismo que reflejo hoy, y que forma parte de esto que soy ahora. Este que vez que algún día de antes fue mejor que ninguno. –Salud-.

Alguna vez ame de verdad si, como aman los desquiciados, a eso le llame el verdadero amor, un amor de muerte, un amor de huir para siempre, fue la época de desconcierto, cuando me quise deshacer de todo aquello, me vestía diferente para aparentar que era sano, que no tenia vicios, pero un día esos mundos se juntaron para aplastar mi ingenuidad, la noche y el día se hicieron para pelear, se siguen pero no se quieren, luego la noche reclamo mi ausencia, y el día dejo de creer que cada parte de mi vida era una cosa buena. Fui juzgado por la sabia decisión de la gente buena, hay gente buena en esta historia Morquecho, gente que vive de día, el día que quise ser bueno, pero no se puede, cada quien nace para lo que sea menos para ser bueno, tu crees que eres bueno, tu crees lo que sea con tal de hacerte del amor ajeno, de lo que no te corresponde, así conocí el amor de día, en pleno día, era un amor humano que miraba mi interior, luego ya no se que decirte ni como fue que terminó, ha de ser que ya se me olvido, -sírveme Morquecho-.

Tú crees que ando vagando Morquecho pero no, también te crees que desespero o me aburro, crees muchas cosas, y eso te hace bolas, te comparas conmigo, y dejas de lado lo que sabes, que es nada, de tu vida a la mía no hay nada de espacio, respiramos el mismo aire podrido, se que tampoco tienes nada, lo se por tu mirada vacía, buscas algo diferente en mi, buscas amistad quizá, no lo se tu dime. Tu amor de noche, se mezcla con tu amor de día, o que se yo, en tu mundo te pierdes tu solito cuando se transforma todo, entonces empiezas a creer, y reclamas al cielo su injusticia, eso te hace igual a mi, yo tenia todo y ve, gracias a un descuido, un día, en pleno día Morquecho, me quise morir, pero me escondí de la muerte, y ya no me llevo, me acusaron falsamente, por amar, por fascinar a esa muchacha, mi muchacha, parecía deslumbrada sabes, lo recuerdo, todo tuvo que ver con las putas, mis putas que eran mías,  ellas se enteraron de mi amor de día, y fueron a bailar enfrente de la casa de aquella familia, todo fue un espanto, gritaban cosas de mi persona, de que me dejaran ir, de que debería salir, luego se rieron todos, hasta los de casa, por que has de saber Morquecho que cuando la gente mala y buena se juntan para hacer algo todo les sale bien. -Sírveme las otras-.

-Sírveme por siempre del alcohol que mata-

No te vayas a enfermar nomás de oírme, ponte otra cara, ya veras que ella vuelve y te despegas del dolor. Vente alguna noche no faltara quien te invite, nomás no te hagas como yo, que jamás volví...      

A mi amigo Don Pancho, dentro de su mundo de putas y recuerdos. § • †     

  • Autor: Sandro Tovar (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 9 de abril de 2013 a las 00:47
  • Comentario del autor sobre el poema: A mi amigo Don Pancho, dentro de su mundo raro
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 116
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