La muerte del conde Age

Emanuel Acuña

Erase de noche una noche oscura,

una oscura noche donde él murió.

 

Erase su día, su último día,

día último que él vivió.

 

Viajose su alma clara y pútrida

de muerte funesta y amorosa,

que vició su alma pérfida,

en donde siempre vio sus tristes rosas

 

Erase en el porche, donde descansaba,

y descansaba el porche de la luna clara.

 

Claro el humo blanco de su pipa vieja,

vieja pipa clara de barato precio...

 

¿Fue preciso todo en aquel instante?

¿Por qué quiso todo en sus tristes piernas?

Oh, mujer tan bella que murió al instante,

con la puñalada traicionera...

 

Fue la vieja daga que se hundió en el pecho,

de esa bella dama; con tanto despecho...

 

cae aleve el viento que cruzó en el tiempo,

tiempo por el viento que fregó al soplar...

 

Miren a los ojos de este triste tipo,

tipo que reposa en el alma clara;

Clara era su nombre

era blanca y bella...

 

Fue ella tan precisa para tal dulzura,

tantos golpes tuvo de quedar basura,

 

dieronle los besos que le quitarían,

esa virgen pura y de tal blancura...

 

tantas puñaladas que repercutieron,

en su alma roja y de tal dulzura,

y cortometrajes de violencia tonta

y de tanta sangre que le devolvieron...

 

El se suicidó porque vio su muerte,

Clara joven bella y él egoísta...

 

El antagonista de esta triste historia,

Emanuel de nombre y de fantasía...

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Comentarios2

  • Sepulcro

    En conjunto, me ha gustado, tiene sabor añejo.
    Saludos.

  • El Hombre de la Rosa

    Tu precida genialidad empapa el alma de tus preciados y bellos versos estimado poeta y amigo Jonck
    Saluidos de afecto y amistad
    Críspulo un poeta amigo



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