El Santo de Fontiveros

Theo Corona

 

 

Reflexiones: por Theo Corona

 

Recordar a san Juan de la Cruz en este año de la Fe, es lograr una motivación especial para, desde nuestro interior que actúa con rectitud, proyectarnos al exterior consumidos en ese amor que no tiene espacio, medida, principio ni fin; porque cuando digo fe hablo necesariamente de Dios.

“...la fe es sustancia de las cosas que se esperan, y aunque el entendimiento consciente en ellas con firmeza y certeza, no son cosas que al entendimiento se le descubren porque, si se le descubrieran, no sería fe. Lo cual, aunque le hace cierto entendimiento, no le hace claro sin oscuro” (san Juan de la Cruz, (2 Subida del Monte Carmelo 6,2)

La fe es intangible porque se centra en alguien igualmente Intangible, y a quien reconozco desde la oscuridad hasta llegar a su trasparencia, la que se siembra en mi corazón y en mi alma logrando los beneficios propios de la fe.

“Creo en Dios todopoderoso...”. Cuando proclamo esta verdad me uno al misterio de la fe, siendo que, contenido como soy en ella a la fe me debo. Caso contrario dejaría de existir espiritualmente,  porque eso es exactamente mi sustancia, el Espíritu de Dios y El es la fe.

Toda la realidad de mi vida se circunscribe en creer, en la fe en Dios; en quien deposito mi confianza con entereza, y a quien le digo frecuentemente: ¡Todo lo dejo en tus manos, amado Jesús!

Es abandonarme en El para concebir su presencia; para poder tomar posesión de su existencia en mis sentidos, aunque éstos no estén en  capacidad de tocarle, olerle, oírle, verle y degustarle, todo ello, sin embargo,  lo siento sin que haga falta un estado de éxtasis, pero sí dentro de una visión mística, tal como era creído por el propio san Juan de la Cruz.

“El alma enamorada es alma blanda, mansa, humilde y paciente” (San Juan de la Cruz. Dichos de Luz y amor)

 

Si me entrego a ti, amado mío,

Entrego como Tú la vida toda;

Forja es para mí la inocente poda

En los verdes olivos del rocío.

(Theo Corona)

 

Lo bueno y lo malo nace del corazón del hombre y de ese interior moral se debe escoger la conducta a seguir, siendo el bien el camino cristiano hacia nuestra presencia en el mundo, donde forjaremos servicio y santidad, como una yunta inseparable

Fresca ha de ser el despuntar de  mañana cuando nos ofrecemos en servicio al Señor, en una actitud pasiva frente a su poder y activa con su poder, pues nos da esa libertad de convertir su fuerza -don de Dios- en obras que se nos pide deben engrandecer al Señor.

 

Si no logro servirte, Padre mío,

¿Qué he de hacer con esta vida

Que tú me has dado en venida?

Por eso, todo a ti yo lo confío.

(Theo Corona)

 

“En la Noche de la fe, el alma... si se embaraza y emplea en algo, no queda libre, sola y pura, como se requiere para la divina transformación” (san Juan de la Cruz)

Lucha y combate del cristiano, precisamente en esas noches oscuras cuando el alma sufre indeciblemente, porque las tentaciones pueden permitir hacer lo que no quiere, llegándole el tormento y el dolor si se permitir la macula.

Sabemos que allí está Jesús presto a socorrernos, pero debo crecer para poder ganar en esta comunicatividad de la piedad en la Sagrada Penitencia y en le presencia de Jesucristo, que todo lo dio por nosotros.

 

Ofenderte, oh  mi Dios, qué agonía;

Qué sin sentido es pecar neciamente,

Si sé que he de perderte eternamente

Si labro este camino con mi porfía.

(Theo Corona)

 

“Se trata de hecho de descebar y apaciguar las cuatro pasiones naturales que son el gozo, la esperanza, el temor y el dolor. Por eso, preconiza una ascesis de despego y de privación con respecto a todo lo que puede atraer el deseo de los sentidos y acariciar las pretensiones del ego.”

*(Alain Delaye)

 

Es así como la fe “...  es el medio único, próximo y proporcionado para la comunión con Dios” (San Juan de la Cruz)

Ese hilo pasional que usamos para tejer la amistad con Dios, es de una fortaleza tal que bien pudiera ser utilizado para hacer grades redes, y con ella irnos a la alta mar de la vida en la pesca que el Señor Jesús nos enseñó, pues somos pescadores de almas. Y es así ciertamente, porque tenemos en nuestras manos, en el corazón y en los labios las mismas palabras de Jesús.

 

Predico tu Palabra en la prudencia

De saberla sagrada, sin enredo;

Ella es camino de creyente credo

De todas las almas su incumbencia.

(Theo Corona)

 

«No me quitarás, Dios mío, lo que una vez me diste en tu amado Hijo Jesucristo, en quien me diste todo lo que quiero. Por eso me gozaré que no te tardarás si yo me espero. Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios es mía y todas las cosas son mías, y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí. Pues, ¿Qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto y todo es para ti. No te pongas en menos ni te conformes con las migajas que caen de la mesa de tu Padre. Sal fuera y gloríate de tu gloria, escóndete en ella y goza, y alcanzarás las peticiones de tu corazón». (Dichos de Luz y Amor, 26, Sam Juan de la Cruz).

 

Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada ;
para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada ;
para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada ;
para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada ;
para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas ;
para venir a lo que no posees,
has de ir por donde no posees ;
para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.

 (San Juan de la Cruz)

 

La fe nos encuentra ávidos de ese dulce manjar que nos hace creyentes y fieles, cedidos a Dios con la perfusión del agua bautismal que nos une de si al redil de Jesús, para seguirlo, servirle y, sobre todo, amarlo.

“La efusión de toda gracia, dice Santo Tomás, no pertenece más que a Cristo y esta causalidad santificante resulta de la unión íntima que hay en Cristo entre la divinidad y la humanidad” (Santo Tomás. III q.8, a.6)

 

Tal vez podamos decir que somos soldados de Cristo, sin que a nadie se le ocurriese pensar que somos un batallón armado por Cristo y en defensa de Cristo. Es decir, que aplicamos la violencia para imponer criterios, nada de eso ocurre con los cristianos que seguimos a Cristo y a su cruz.

Y al destacar que todo está diseñado por esa misteriosa fuerza que es la fe, afirmamos más nuestra disposición de ser soldados de Cristo para el bien más grande por amor al hombre.

 

Quiero siempre en la fe vivir

Y al morir, morir quiero en ella;

Que sea de mi camino luz de estrella

Y su alegre esperanza difundir.

(Theo Corona)

 

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  • Autor: Theo Corona (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 15 de marzo de 2013 a las 21:53
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 146
  • Usuarios favoritos de este poema: Theo Corona
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