MI CIGARRO & YO

resoyoshio

Uno de los recuerdos más remotos, comienza en el colegio. Tenía yo doce años, escapado de clase, hacía un sol abrigador. En algún rincón acompañado de un amigo y una lupa con la que encendimos un cigarrillo, sintiendo ese sabor de las violaciones al reglamento institucional. Fue ocasional fumarnos de cuando en vez un cigarrillo sucedido de hasta cuatro confites de menta para disimular el olor. Pero la continuidad viene luego, más o menos a los 15 años cuando solía salir a tomar vino barato en círculos roqueros de pueblo, al tabaco le debo mi condición de sedentario que me ha permitido ejercitar la cabeza y no los músculos… una deuda que pagaría con mi vida misma.

En aquél entonces comprábamos un paquete de cigarrillos para cinco o seis personas, sobraba más de la mitad y nadie se atrevía a guardar la evidencia, que terminaba en algún basurero. El tiempo fue pasando, los paquetes de cigarrillos se escondían entre zapatos, en el clóset, en la mochila y así fui creando una extraña relación con ese amigo efímero que compartía conmigo la soledad y le dejaba a mi cerebro una sutil sensación de relajación, cuando los tiempos de colegio terminaron ya estaba lo suficientemente enamorado del tabaco.

El cigarrillo es un amigo que, aunque ha subido de precio, conserva su valor. Mientras espero, mientras escribo, mientras leo, después de las comidas, simultáneo a un café, en mis crisis existenciales, cuando no hay nada más que hacer o en cualquier momento, un cigarrillo es una compañía apropiada. Soy consciente de las consecuencias, ya varios médicos me han dado sermones, mi familia también y otros me han aconsejado dejarlo o disminuir el consumo, yo escucho atento pero no puedo evitar acompañar la reflexión del asunto con… la compañía perfecta para reflexionar.

Muchos me han preguntado ¿por qué fumas? y no podría responderles. A veces para relajarme, a veces para concentrarme, a veces sólo por fumar. El cigarrillo combina con casi todo y echar humo por la boca me da una pasividad extraña que el humo dibuja en el aire, en cuanto al sabor echo mano de la subjetividad: algunos dicen que el sabor es asqueroso -pero fuman compulsivamente-, otros dicen que el sabor no importa -siempre y cuando haya qué fumar-, yo disfruto del sabor a mi manera… besar un cigarrillo es una sensación sólo superada por los besos de ella, es por eso que el último mes mi consumo de nicotina ha disminuido abismalmente, ya antes evitaba entrar a clase hediendo a cenicero, en mis tiempos de no fumador recordaba lo incómodo que es para un olfato sentir la presencia de uno de nosotros, especialmente en un salón, bus, iglesia (:P)… ahora imagínese un beso, estoy literalmente entre el cigarrillo y la pared.

Entonces me encuentro escribiendo éste texto sin haber fumado nada el día de hoy, nada es nada. Me sorprende que apenas ahora comienzo a sentir esas ganas descomunales por encender uno de esos cómplices, pero lo evito, y qué mejor plan para distraer las ganas que escribir sobre el, de pronto el problema sea el tema que escogí. Pero en cualquier caso no hay dinero, y menos mal, pues para completar mi masoquismo he buscado una canción que se acopla dulcemente a la temática del asunto: se trata de un tango, esa música romántica y bohemia, letra compuesta por Félix Garzo y música de Juan Viladomat.
Se trata de “Fumando espero”, una canción que puede explicar más que éste escrito pero se que terminando este escrito iré a la tienda por un cigarrillo… mañana lo pago.

  • Autor: reso-yoshio (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 18 de noviembre de 2009 a las 20:18
  • Comentario del autor sobre el poema: ES LA HISTORIA QUE NUNCA OLVIDARE Y DECIDI HACERLA UN POEMA QUE TAL VES MUCHOS SE IDENTIFICARAN
  • Categoría: Perdón
  • Lecturas: 50
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