Toque de presidio

omu



 

El Yo.

Un Yo, aplasta,

subyuga al conjunto.

 

 

El Yo (cómodamente entronizado) fulmina,

borra la interjección,

el espacio donde se encuentra

el común denominador.

 

 

Y, veo bueyes; fatigados,

bajo yugos y arneses, renqueantes.

Que aran, sin tregua, la hacienda.

(Su lengua, de costado

y para afuera,

reclama agua fresca.)

 

 

Mi yo; caprichoso,

tirano y tribal,

divo vanidoso.

Se asienta en un solitario butacón

e inclina su cuello hacia abajo,

buscando un fin que no medio,

y su ombligo, (como boca),

le confiesa, egocéntrico.

 

 

(Ante el suyo banquete de lujos,

sus perros reciben,

las sobras esperan)

 

 

Mientras: las vacas pastan arena.

La hierba está guardada en graneros.

Las gallinas, avariciosas, renuncian

a poner en la mesa sus huevos.

 

 

Los terneros, agotados,

mugen a medias,

y, desnutridos corderos; balan,

procuran alejar su lana

de las fauces del infierno.

 

 

Hay castillos en reinos deslumbrantes,

con habitantes, furtivos de la ostentación

y de las riquezas materiales.

 

 

Hay más princesas sin corona

y príncipes sin blanco caballo,

que aquellos, cobardes y ladrones,

cuales dicen querer a súbditos

tanto como a sus vicios e imperio.

 

 

¡Ay!, que terrible es ver;

como se multiplican las excavaciones;

como se cubre de telarañas el firmamento.

Como las fosas se llenan,

de minusválidas plegarias

tejidas por precariedad,

con y entre trágicos lamentos.

 

 

Inocentes ojos se apagan

...y dulce cristal tallado estalla;

 

mil pedazos de clemencia,

y un millón de gotas de nostalgia

besan ya el suelo.

 

 

(A todo esto, a pie de página,

firma el Yo, junto a falsos rezos.)

 

 

Por qué demoler la infancia.

Por qué corromper, intoxicar la mente

con innecesarios hábitos,

de desmesurado consumo.

Por qué empachar el presente,

reventándole las arterias al futuro.

 

 

Para qué complicar (aún más)

la difícil vejez;

si es el bastón que hace de pierna,

los huesos sudan hasta el hinchazón,

¡basta! sopla diciendo el corazón,

y la demencia se sube al tranvía

cuando nadie, absolutamente nadie, la reclama.

 

 

Porqué desahuciar a los tullidos,

(negarles la cama, el cobijo

el brazo, una mano o el coche de ruedas).

Tapiar por dos reales casas

que por humana ley corresponden;

embargar imprescindibles necesidades,

robarle el pan a alguno de los comensales,

ultrajando su honra, su sonrisa y la dicha.

 

 

(Los hay, "de superhombres",

que no tienen capa de caballero,

pero si para escoger,

coches que vuelan.)

 

 

Bien sé, que mi Yo;

de presa,

su boca

no suelta al dar dentellada.

 

 

Bien sé, que mi Yo;

no tiene mayor amigo

que el egoísmo: fatal

suicidio que a la larga alcanza.

 

 

318-omu G.S. (Bcn-2012)

  • Autor: omu (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 19 de diciembre de 2012 a las 14:54
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 129
  • Usuario favorito de este poema: greengalgui.
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