POESÍA EL SEVICIO

eduardoricano

 

Hoy quiero contar un cuento,
que florezca del corazón;
que describa en un momento,
un gran paisaje de ilusión.

A la orilla de una playa,
una botella regresó;
brillaba como estrella,
cuando un grupo la divisó.

Y se peleaban por ella,
el más apto la destapó;
el genio de la botella,
casi de inmediato salió.

Les prometió un milagro,
a cada uno de ellos:
crecía más a lo largo,
con múltiples destellos.

Se vio en colores bellos,
con ropajes de realeza;
su anillo de siete sellos,
revelaba su alteza.

Les dijo que el encanto,

solo duraba un día,

les daría todo cuanto,

cada uno pediría.

El primer muchacho pidió,
satisfacer su apetito;
el genio se lo concedió,
y comió del pan bendito.

Del segundo su deseo,
fue la riqueza material;
por el mundo fue un paseo,
de toda dicha terrenal.

Otro de ellos anhelaba,
su semilla reproducir,
muchas mujeres deseaba,
se le concedió su pedir.

El último mas maduro,
fue el que despertó al genio;
meditó sobre el futuro,
utilizando su ingenio.

Le pidió que concediera,
una perla muy preciada;
y le dijo que le diera,
sabiduría anhelada.

¡Yo quiero sabiduría!
Lo dijo como un decreto;
quiero que de noche y día,
se comparta mi secreto.

El genio lo vio muy fijo,
le dijo: te felicito;
así desearía un hijo,
un pequeño solecito.

 

Con acento conmovido,
y la mirada pérdida,

Dijo: está concedido.
Vete y úsala en tu vida.

Se fue feliz y contento,
pensando en como servir:
danzando como el viento,
satisfecho de vivir.

Cantando y también bailando,
se dirigió hasta la ciudad;
del camino disfrutando,
de gran paz y felicidad.

Durante todo ese día,
ayudo, a mucha gente;
transmitió mucha alegría,
irradiada por su mente.

Paseo por plazas y casas,
por diferentes castillos;
enseño cosas hermosas,
alimento pajarillos.

Ayudo a muchas personas,
a resolver sus problemas;
hizo muchas obras buenas,
amor y paz sus emblemas.

A todo mundo ayudaba,
a todo mundo servía;
de los demás se ocupaba,
compartió lo que sabía.

Sus lecciones fueron de amor,
su palabra fue de aliento;
fue curando cualquier dolor,
mitigado el sufrimiento.

Hacían lo que es correcto,
como el joven les decía;
Invitó al camino recto,
la virtud les sugería.

Y sirviendo y sirviendo,
fue recorriendo el mundo;
y sembrando y sembrando,
esparció el amor profundo.

Pero siempre el tiempo pasa,
su reloj siempre camina;
en su paso todo arrasa,
y el hechizo se termina.

Cuando se hubo terminado,
regreso a la normalidad;
ya se había esfumado,
y quedaba la realidad.

El oro se había acabado,
el primero triste estaba;
todo lo que había comprado,
de sus manos se esfumaba.

El otro ya había comido,
disfruto manjares raros;
y triste se había sentido,
porque ahora estaban caros.

El que escogió los placeres,
al final se quedo solo;
se acabaron las mujeres,
la vida actúa sin dolo.

El que bien había sembrado,
recibió un premio tan justo;
de gratitud cosechado,
viviendo siempre a su gusto.

El genio desaparece,
después de cumplir su labor;
lo que es material parece,
nunca el servir con fervor.

Y llego el día siguiente,
murió la noche sombría;
el sol salió nuevamente,
llenándolo de alegría.

Cuando inicio su retorno,
del sendero recorrido;
entonando con su entorno,
pronto fue reconocido.

Todos los del pueblo, juntos,
agradecían contentos;
eran como muchos puntos,
que en el estaban atentos.

Muchos besaban su mano,
otros mostraban gratitud;
tratándolo como hermano,
por enseñarles rectitud.

Y todo el pueblo gritaba,
gracias por lo aconsejado;
como el rey feliz estaba,
se lo trajo a su lado.

Sus amigos lo observaban,
de lejos se dieron cuenta;
como el destino premiaba,
con comida suculenta.

Recibió también dinero,
por el pago del servicio;
de un noble caballero,
porque dominó su vicio.

También compartió su vida,
con una mujer hermosa;
y dando al amor cabida,
cultivo un botón de rosa.

Los consejos que había dado,
a todos habían servido;
a los que había ayudado,
ahora le habían cumplido.

El había compartido,
con el mundo su gran saber;
lo del cielo recibido,
lo transmitió con gran placer.

Las personas le entregaban,
las llaves de su corazón;
y por las noches oraban,
dale padre, tu bendición.

Igual es la vida misma,
este cuento, ¡es realidad!;
la persona en si misma,
es reflejo de la verdad.

Es la verdad un gran reto,
al tratarla de difundir;
siempre un reto, es un reto,
y un reto, es el porvenir.

La dedico con amor y  respeto a todos los que  por medio del Servicio  encuentran Sabiduría.

Dr. Eduardo Ricaño Sepúlveda.

  • Autor: eduardoricano (Offline Offline)
  • Publicado: 27 de noviembre de 2012 a las 20:48
  • Comentario del autor sobre el poema: Cuento poesía.
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 67
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