Hay gente

Hay gente que parece sentirse mal si otros están bien

dan la impresión de sentirse bien cuando otros están mal

y cuando la circunstancia no les resulta propicia

aportan su trato para lograr que los demás sean infelices
Pareciera que no tienen aparato digestivo

que no fueran gentes de este mundo

no han considerado que se van a morir un día.

Su criterio es la única regla válida

negociar no es algo que esté en sus métodos

pues los demás sólo tienen dos opciones para vivir:

seguir en su error hasta la muerte

o aceptar el privilegio gozoso de serles obedientes

sin que ello les gane aprobación, amistad o ventaja

nada más callar y seguirles en silencio temeroso.

Consideran que delinquen si explican algo dos veces

quienes se equivoquen deben salir de su mundo

y aspiran convivir sólo con quien se les parece

eso sí con la dulce virtud de no oponerse

y envolverse en la pupa para reproducir su imagen

pero de ella nunca salen, sólo se secan, languidecen.

Estas gentes están en los trabajos, en la enseñanza

en la vida de familia, y los hay en los barrios

les queda justo el traje de algunos predicadores

y ni qué decir el cálido rincón de políticos y gerentes

Nacen con una especie de gen tirano e intransigente.

Hay de todo tamaño y en todos los ambientes

Como los incendios, hay que apagarlos pequeños

antes que crezcan y con el tiempo se vuelvan potentes

(hubo uno que mandó matar seis millones de gentes)

El remedio es decirles de frente algo inaceptable a sus mentes

que no se está de acuerdo con ellos, que hay opiniones diferentes

que hacer acuerdos es la forma de convivir y lograr los fines.

Se necesita que en todo lado que nazcan estas gentes

los demás, que son la mayoría, por cierto y dicha humana

ardan en luz de alegría y gozo para contrarrestar la sombra

se ilumine de libertad el mundo y el derecho de todos a ser uno

y quizá hasta también se rompan las cadenas propias y el fuego

de quienes parecen traer en el corazón un poco de infierno.