Contigo sea, mi ahora adelante

omu



 

Intenso negro. Doctor oscuro.

Hacia ti, inevitablemente, me encamino.

 

Ineludible; la visita a tu consulta,

tarde tal médico en darme cita.

Pues, se intuye la estancia

decorada con esa negritud,

que viuda, divorciada del color,

vive tutelando

el más sobrio de los negros;

negro, ¡del pincel aparte!.

 

 

   ***   ***

 

No se derritan tus formas,

jamás se descomponga la carne que sujeta

tus gráciles movimientos.

—Ni bajo el intenso frío de góticos sueños—

 

 

Tu peso y espíritu, pervivan.

Eludan ser succionados,

por aquella herramienta de rostro convexo,

que siega la siembra; invasiva, impertérrita.

Alejada de vínculos amatorios,

de identidades concretas, de rocas,

oxígeno y agua,

de letras, cifras y rezos.

 

 

A cual le sobran respuestas,

y la virtud de preguntar,

si está en nuestra voluntad,

partir dejando este cuerpo,

marchar, tan pronto al destierro.

 

 

   ***   ***

 

 

«Porque yo, a tu lado soy;

un arquitecto restaurando inviernos.»

 

Uso la miel y el polen de las abejas,

ungüentos e infusiones,

la flor y raíz de infinidad de hierbas,

para atinar con salud,

en, del amor, el compromiso.

 

Para nada desestimo

fondos blancos de cualquier época,

cuando inpregno los lienzos,

de renovada primavera.

 

 

   ***   ***

 

Cuándo la cíclica llave,

al paño le gire vuelta,

cierre de golpe esta puerta;

con su cerrojo pasado

nos niegue el lujo de amarnos,

aquí, con paso terreno...

 

 

sus brazos nos abra el cielo

porque desde el ciego luto

y las cenizas del fuego

unidos constelaremos.

Grandes ojos, nueva lumbre

a este ocaso le daremos.

 

 

Lustraremos los zapatos

con el habla originaria

que le da amor a los tiempos.

Nuestra boca besará;

aquella luz absoluta,

cual no conoce la muerte,

sólo, la magia y misterios,

de una existencia infinita,

llena de vocablos bellos.

 

 

   ***   ***

 

Si una Ola, helada Ola;

Ola triste e impetuosa;

tus respiros de mujer

en esta hora se llevase...

a mi mismo me atraería,

pues, de cierto yo soy hierro,

¡pertenezco a tus imanes!.

 

 

Si una lúgubre vendaval,

arreciase encabritado,

y a un rincón sin ventanales,

umbral vacío de sol,

de un golpe a ti te arrastrase...

 

 

la voz de un candil sería,

calor siendo hoguera inmensa,

refugio en cual cobijarte,

o muro ante tal tormenta.

 

 

«A tu océano embravecido

le brindaría mi deriva.

A tu alto y vertical acantilado,

el picado decidido, mi caída.»

 

 

318-omu G.S. (Bcn-2012)

  • Autor: omu (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 14 de noviembre de 2012 a las 10:34
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 77
  • Usuarios favoritos de este poema: Maria Hodunok., El Hombre de la Rosa.
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Comentarios3

  • Maria Hodunok.

    HERMOSO Y EXTRANOS TUS VERSOS, ESCONDES EN ELLOS
    EL AMOR, ME GUSTA TU MANERA DE POETIZAR, PUES
    SALES DE LO COMUN DE TODOS NOSOTROS, PARA LEER
    Y REFLEXIONAR. ME GUSTARON MUCHO.

    CARIÑITOS A TU ALMA.

    • omu

      Se prolonga hasta hundiendo la posible voracidad de visiones oscuras de muerte.
      El amor más allá de esta vida. Un amor verdadero equivale a eternidad.
      Gracias María por dejar tu huella en este rincón.
      un abrazo

    • El Hombre de la Rosa

      Genial hermoso y bello poema amigo Omu
      Gratificante la lectura de tus versos
      Saludos y amistad desde mi sentir poetico
      Críspulo Cortés Cortés
      El Hombre de la Rosa

      • omu

        Gracias amigo Críspulo, tu visita siempre es grata.
        Toda poética contiene un elixir clarificador; pertenece a una raza donde se busca el orden en concierto.
        Mi aprecio te envio en este saludo.

      • CARLOS ALBERTO BADARACCO

        No es cuestión de devolver comentarios sino de sorprenderse con esta maravilla que nos has entregado. Una clara sensación expuesta con la profundidad de tu alma. Me honra el haber leído esta publicación. Un abrazo



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