A la lejanía de su calor

menchacacesar

 

De vuelta a la lejanía de su calor,

A la cual aún no me encuentro acostumbrado,

Los fugaces eventos que suscitó nuestro amor,

En inmutables recuerdos nuevamente se han grabado.

 

Inmersos están en mi cofre de pasiones y memorias,

Mi universo más preciado e invaluable,

Un lugar de regocijos y penurias,

Que me provoca una nostalgia inestable.

 

Los ambientes contemplados por nuestro mirar,

Junto a los calentados por nuestra presencia,

Son resonantes vivientes de eternos recuerdos para amar,

Grabados involuntariamente por nuestra estancia.

 

En ellos se albergan sentimientos inigualables,

Que sólo un masoquista se atrevería a revivir,

De esto ambos somos culpables,

Es el reto al que vamos a sobrevivir.

 

El sacrificio se comparte de forma equitativa,

Hasta hace poco fue tal mi parecer,

Cuando en carne propia quedé a la deriva,

Donde se sembraron las raíces del querer.

 

Lugares de nuestro ayer me atacaron incesantes,

Pasarlos por desapercibido fue tarea imposible,

Llegó entonces mi turno en lo distantes,

De usurparla como cuando llegué a ser invisible.

 

Mi corazón quedó abatido al llenarse,

Ésta vez no de amor sino de aflicción,

Me encontraba ya en su lugar después de irse,

Y el vació que tenía medido llegó a niveles de ficción.

 

Una ligera saboreada me bastó para saber,

La inequitativa amargura que ella tragó,

Fue efímera mi estancia y debo agradecer,

El despertar consciente que en mí logró.

 

Regreso de nuevo a donde me alejé ,

El paraíso terrenal que para muchos es,

Aquí me mantengo a base de fe,

Aquí la razón guía mis pies.

 

 

 

 

 

Estoy en la lejanía de su calor,

Y aún no me encuentro acostumbrado,

En esta no siento lejos su amor,

Mas no la he sobrellevado.

 

En la penumbra que me veo sumergido,

Hay sin duda luces que iluminan mi perspectiva,

Pero no existe otro incandescente fuego encendido,

Como el que arde, cual fogosa hoguera, por su vida.

 

Su recuerdo contempla mi entero pensar,

Y el apartamiento no ayuda más que a enfatizar,

El penetrante sufrimiento que aflora al no estar,

Factor consecuente de un profundo pesar.

 

Mi reloj recibe cuerda reiteradamente,

Singular conteo que marca al andar,

En reversa marcha en forma permanente,

Ya que los días pasan, de sumar, a tiempo restar.

 

Los majestuosos paisajes me son indiferentes,

Ella conjuga el panorama y crea un hermoso sincretismo,

El desprendimiento encoje mi pupila con creces,

Como una inevitable transmutación al daltonismo.

 

Tras la migración, su voz es vital escuchar,

Es la música con la que inicio al despertar,

Peculiar melodía que parece en la noche culminar,

Pero tiende con frecuencia la balada a pernoctar.

 

No hay alternativa alguna más que yacer,

Y acudir a su vívida esencia arraigada en mi mente,

La cual me sustenta en este largo recorrer,

Donde ya cuatro estaciones han pasado al presente.

 

El final del trayecto se esclarece paulatinamente,

Mas siempre es indefinido lo subsecuente,

Si me cuestionan qué es lo que tengo en mente,

La respuesta es estar unido a ella de manera permanente.

 

De vuelta a la lejanía de su calor,

A la cual aún no me encuentro acostumbrado,

Anhelo el reencuentro con fervor,

Para aquél día ver mi helado cuerpo calentado.

 

 

César Menchaca Luna

  • Autor: menchacacesar (Offline Offline)
  • Publicado: 21 de septiembre de 2012 a las 20:45
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 74
  • Usuario favorito de este poema: El Hombre de la Rosa.
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Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    De vuelta a la lejanía de su calor,
    A la cual aún no me encuentro acostumbrado,
    Anhelo el reencuentro con fervor,
    Para aquél día ver mi helado cuerpo calentado.

    Un preciado y precioso poema nos has traido hoy amigo Cesar Menchaca Luna
    Me encanto su lectura
    Saludos y amistad

    • menchacacesar

      Hombre de la Rosa,
      Aprecio su comentario y lo invito a seguir leyendo mi material.
      Saludos.



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