Loco

Me encontraba en cada espejo, y en la esquina del andador donde nos miramos por última vez. Acudía, los mismos días en que te había visto pasar con tu gran bolsa de ‘zara’, esperaba fumando uno tras otro, los cigarrillos que le compraba a don Julián, quien siempre me esperanzaba en mi búsqueda.

Ahí, bajo la corriente de personas; miraba fijo al ventanal de las oficinas, lograba descubrir al incauto perderse en su trabajo; a las secretarias ‘cuchicheando’ una con otra y riendo sueltas, mientras servían el café. Cuando terminaba mi vista rápida a su día laboral, observaba mi figura en el reflejo y miraba lo terco de mi mirada por encontrarte.

No sé porque no te saludé la primera vez que te vi, un “Hola, hace tiempo que no te veo” no hubiese cambiado las cosas del todo, pero quizá me hubiese quedado en tu pensamiento, para bien o para mal hubieras pensado en mí.

Ya advertía que mi locura era grave, pero tus labios me han dejado impactado. No he conocido mujer tan capaz en cuatro y cinco vidas que llevo, ni como poeta ni como obrero, jamás escuché risa tan bella como la tuya o la ocurrencia nocturna para romper el silencio del viaje a casa. Es por eso que espero en la esquina de este andador, y quien sabe si habrás pasado mientras recordaba lo hermoso que vivimos… quizá, y solo tal vez sea mejor vivir con tu recuerdo, las personas cambiamos con el tiempo o sin él, nunca somos los mismos aunque nos parezcamos tanto a nosotros. Cierto es que, hace tiempo que no te veo, y cuando te vi duré una semana buscándote… ¿qué hay en ti que aun me vuelve loco?