Los gilletes que nos atan...

Hector Adolfo Campa

Somos tan libres como la sociedad o nuestras capacidades nos lo permiten ser –dijo mi maestro mientras yo lo escuchaba con desacuerdo- realmente no somos libres.

 

Somos tan libres como nuestros demonios nos lo permiten ser, el subconsciente nos lo dice día a día, mientras miramos la luz que se cuela entre las sombras, mientras estrujamos el amor entre los líquidos sucios de una vida mal gastada… Somos tan libres como nos lo permitimos nosotros, nosotros y nadie mas – pensaba mientras escuchaba al maestro hablar y hablar- ni que sociedad ni que carajos,  el que no ama la vida no ama la libertad…

 

Hoy me doy cuenta de mi error, no tenemos esa decisión, pero no por la sociedad o por nuestras debilidades, si no por esa fuerza mística llamada destino, esa que si te dejas llevar te lleva a altamar, ese océano espeso que te ata y no te deja regresar…

Es lo que no hacemos lo que nos encierra sin dejarnos salir…

Lo que dejamos pasar…

 

 

Veamos que sale…

 

 

Hay unos grilletes en mi alcoba que chocan con las lozas, con el techo y las sombras...

Hay unos grilletes que chillan como cuervos y cantan todos al mismo tiempo...

Y los escucho caminar por todos lados, ¡y los escucho gritar!

A veces juraría que hasta los puedo mirar…

Los siento, a veces, y hasta su frio metal puedo oler…

Las cadenas son gruesas, tan pesadas que no las puedo soportar…

¿Quién me puso estas cadenas mi dios? ¿A caso fuiste tú?

¿Por qué este tormento he de cargar?

 

Y con su vocación de cineasta el me enseña una película en blanco y negro, con una cinta maltratada y con la música un tanto distorsionada…

Y puedo verme en mis viejos recuerdos, donde los diábolos sombríos susurraban en mis oídos,

Tomándome del hombro y diciendo “no te arriesgues, es demasiado bueno”

Riéndose como locos cuando yo doblegaba mis sueños y los cubría con un pañuelo, murmurando,

La película reveladora, de la cual soy autor, antagónico y espectador…

Esa noche que no le dije te amo a esa ave desorientada,

Cuando no bese a mi frágil color rojo por que un demonio a mi oído cantaba “no te arriesgues idiota, es demasiado bueno”

Cuando un humo blanco en mis pulmones entraba, destellando mis neuronas y mi cuerpo, y seguían riendo y diciendo esas crueles palabras…

 

Termina la película con el impacto de mis lágrimas en la cama,

Y sigo escuchando esas voces riendo mientras suman más cadenas a mis muñecas y espalda,

¡Y ríen las malditas voces!, ¡ríen con gritos atroces!...

 

Y como músico innato que es el creador me regala una canción, esa que yo escuchaba cuando conocía el amor…

Con una guitarra española y las palabras de “ojala me quieras libre,”

Las piernas se doblan temblorosas y cascabelean las cadenas que de ellas cuelgan,

Y sollozando a gritos miro el espejo y me veo completamente atado,

De pies a cabeza atado, ¡y siguen riendo los malditos!

¡Siguen riendo a mis espaldas! A mis espaldas y en mi cara…

 

Pero llega ese artista único que me dio la vida,

De inca frente a mi con el viento de una briza,

Estrecha mi mano y al verla perplejo me deja,

El mismo creador cadenas lleva, atado esta del mismo modo en el que estoy yo,

Y su voz melodiosa ruge dentro de mi cabeza…

 

Si tú no eres libre tampoco lo soy yo,

Si tus demonios ganan pierdo yo,

¿Es que ya no amas joven poeta?

¿Por que solo te cortas las alas?

 

Miro sus ojos del mismo color de los míos, veo su boca sonreír con los mismos labios que tengo…

Levanta su cuerpo que es mi mismo cuerpo…

no te doblegues ante ellos, nada fue, es ni será demasiado mi querido poeta autoenjuiciado …

 

Y sonrió un segundo y cae un estruendo de mi cuello,

 una lágrima de alegría resbala por mi cuello,

 desgarra mi piel marchita dejando a su paso luz de vida,

rompe grilletes que en todas partes tenia, chocando en el suelo como yo antes lo hacia…

 

Y ahora pasa una nueva película, una premonición colorida, con música nueva y sin zonas sombrías…

y veo a esas mismas sombras dentro de mi cabeza, y ríen diciendo su cruel himno ala miseria,

y yo me rio ahora, los ignoro y sigo con mi vida,

pues me di cuenta gracias a un bello artista,

que nadie puede atarme, nadie puede encadenar  mi alma sin mi permiso,

pues yo tengo las cadenas guardadas en mi armario,

Y solo esperan a que me rinda, para entre risas y rechinidos,

llevarme a ese armario donde solo se escuchan unas espantosas risas…

Para encerrarme solo con mis miedo y pesadillas…

  • Autor: Héctor Adolfo Campa (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 16 de septiembre de 2012 a las 01:08
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 96
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Comentarios1

  • bambam

    Simplemente me gustó
    fuerte abrazo
    bambam



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