Madre tierra, ¡hoy me entrego a ti!

Hector Adolfo Campa

Tanta soledad inunda mi cuerpo con la leve briza nocturna, y me doy cuenta que no estoy solo, que hay una amante escondida en mi día a día…
esa a la que tanto me entregado inconscientemente y no me había percatado…


Veamos que sale…

 

 

Cuantas noches no te había tenido conmigo,

O dulce ángel vestido de mundo, disfrazada de flores, de viento y plantíos…

Hoy me he entregado a ti amada mía,

Mujer que gobierna todo placer al que me he rendido, esta noche a ti te escribo…

Y perdóneme por la demora, pero aunque suyo tantas noches he sido, hasta esta noche,

Hasta esta noche no sabía que en su lecho es donde he dormido…

 

Pues cuantas noches como esta no me has robado un beso con el viento, acariciando con  los rayos del medio día, o acariciado mi piel y mi pecho con  las brizas de una noche moribunda…

Eres tu la que sin envidia y esmero me ama, se me entrega, violando cada palmo del hombre inepto que soy…

Oh quería mujer despreciada, a cuantos más no amas, y ellos con veneno te pagan,

Cuantos pechos tus delgados dedos no encantan, cuantos ojos con tu belleza no has engendrado, criado y desflorado con ocasos, con rosas y montañas escarchadas por tu soledad de antaño…

 

Pues eres tu la que no me deja amar, por que eres tan perfecta y conmovedora,

Me envuelves en crisálidas, me conviertes cada segundo que pasa en lo que tanto quiero y en lo que tanto quieres, en lo que tanto deseamos ser…

 

Esta noche soy tuyo, como otras tantas no lo fui,

Esta noche me entrego a ti,

¡Vamos perfecta dama! ¡Abrázame!, con tu tallo espinado hazme empalidecer,

Y con tus brazos de hojas y pasto déjame entrar, entrar desde abajo hasta tus entrañas, hasta el centro de eso que te hace mujer…

Bésame, envuélveme por entero en tus lluvias, hazme el amor con cada gota lamiendo mi ser, entrando por mis sentidos hasta el alma, que desde ahora, desde ahora a ti a de pertenecer…

¡Vamos, así! Enreda tus piernas de viento y mareas en mi cintura, sumérgeme en tus mares, en tus aguas crearemos una luna, en tus flores una supernova y en los arboles nuestro hogar…

 

¡Hazme lo que quieras mujer divina! Tuyo soy ahora, como lo he sido inconscientemente.

Que me importa si me eres infiel, nunca has alejado tu cintura de mis manos…

Llena mis pulmones de tu psicotrópicos, comamos juntos esos hongos tuyos tan mágicos, créame un universo de emociones en mi cuerpo, en mi mente y en mis miembros…

¡Oh amada madre! ¡Soy tuyo!, no me hagas rogarte, quiero que seas mía como lo soy yo de ti, quiero dormir todas las noches en tu pasto y que me cobije tu cabello de nubes, que tus cascadas sean la regadera donde nos hemos de bañar, haciendo el amor mientras tus aguas entran desde mis dedos hasta mi yugular…

Que te puedo decir madre tierra, ¡soy tuyo!, ya no lo quiero negar, esta realidad he de afrontar,

Que ninguna mujer se te iguala, pues en ti se reflejan las estrellas y la aurora, la briza nocturna y el frio de invierno, la fertilidad de la primavera, la intensidad ardiente del verano, la melancolía del otoño anaranjado…
sonríeme con tus alboradas, enternece mi ser con tu exquisita belleza innata, convierte mi sueño de fornicar contigo entre sonetos y bosques enteros,

Oh señora de mis ciervos, peces y conejos, duerme conmigo esta noche, con el hijo tuyo que incestico te ha de dar la vida que creaste con tanto esmero,

Que curioso se mete en tu cama de cedro y vierte su semilla en el campo fértil de tu agonía…

 

Soy tuyo madre tierra, de tus temperamentos, de tu creación, de tu cuerpo, de la piel de la tierra entera, de las estaciones de tus sentimientos, de el rosado campo de flores que nace en tus mejillas, de la gris noche que proyectan tus pupilas, del pastizal tibio de tu pubis y el cálido sabor de tus pechos de luna…

¡Soy tuyo!, y tuyo me has de hacer, como lo has hecho tantas veces, y que desde hoy,

Desde esta noche que excitado por tu belleza te escribo estas letras que sangran pasión entre comas y siglas, desde el preciso momento de que se ponga el orgásmico punto final, desde ese momento te are el amor infinita mujer mía, desde ese momento soy tu fiel pareja que dará su vida entera, por dormir entre tus tersas y mágicas piernas…

 

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales


Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Tanta soledad inunda mi cuerpo con la leve briza nocturna, y me doy cuenta que no estoy solo, que hay una amante escondida en mi día a día… esa a la que tanto me entregado inconscientemente y no me había percatado…

    Un especial escrito en prosa literaria que llena el alma de placer al leerlo.
    Saludos y amistad amigo Psychotic



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.