Un adiós oxidado.

AQUEL

Me refiero a ti como acabose o principio del mismo. No preguntes que hoy no sabría hablar, ni cifrarte, ni cuadrarte, ni rimarte, ni mirarte, ni mirarme. Lo que digo es que la vida no me dio elección alguna, ni siquiera oportunidad para hacerte llegar el mensaje de todos mis horizontes, y que si la tuviera no la desperdiciaría mezclando letras, te llevaría directamente a mi horizonte. O quizá él acudiría a ti, al horizonte de tu cintura donde día y noche se suceden al mismo tiempo. Terriblemente el adiós es una quimera oxidada, pero igualmente viva. Adiós tengo que decirte porque no callo cuando no me hallo, cuando de una manera que no comprendo me resbalo en tu pelo que acaba donde comienza el estrecho de tu cuerpo. El adiós es quimérico, pero necesario. El adiós es miedo, y en su verbo temer. Necesito vivir sin preguntarme por qué pieles habitas, por qué mares te pierdes. Necesito vivir, quizá se reduzca a eso, a vivir -hermoso verbo-. Necesito no hacerte escritura, intentar derribar el tabique que sostiene todos mis pensamientos. Necesito dejar mis ecos, que son tuyos, y las palabras mías, que las posees. Siempre serás el cuerpo donde golpearé con mis anhelos, y yo quizá su sombra.

  • Autor: AQUEL (Offline Offline)
  • Publicado: 15 de agosto de 2012 a las 23:03
  • Comentario del autor sobre el poema: No escribí en esta ocasión un poema, mi sentimiento no quiso maquinar las letras. No obstante la poesía creo haberla hallado y he intentado rociarla a lo largo de este texto, que dejando a un lado el verso se construye en prosa para decir, a fin de cuentas, el mismo adiós.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 45
  • Usuario favorito de este poema: Sara (Bar literario).
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